domingo 11 de octubre de 2009
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PRESENTACIÓN DE LA NOVELA “HISTORIAS PERDIDAS” (*)
Para empezar ¿quién es Gabriel Wilfredo Robles Romero autor de la novela Historias Perdidas y más conocido como Willy Robles, para sus amigos?. Él nació en la ciudad de Carhuaz un 24 de Julio de 1954. Hijo mayor de los educadores: Crisanto Robles Osorio y doña Zoila Alicia Romero. El padre natural de Recuay y la madre, hija nacida en Carhuaz. Willy tiene dos hermanos: Descio y Zoila. Sus primeros estudios los realizó en Acopampa, luego en el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes de Carhuaz. A consecuencia del sismo del 70 viene a la ciudad de Huarás a terminar secundaria en la GUE “Mariscal Toribio de Luzuriaga y Mejía” donde sus compañeros lo admiran por ser un gran deportista.
Muy joven aún, ingresa a trabajar en el Banco Industrial, luego en la Caja Rural Chavín (Agencia de Chimbote) y finaliza su vida administrativa como funcionario tras 20 años en el Banco del Trabajo.
Hasta entonces y para sus amigos no dio muestras de abrazar la afición por la narrativa, pero sí, gustaba escuchar las historias de boca de su abuela María Gabriela sobre espíritus, duendes, geniecillos, mulas encendidas y todo lo que era fantástico.
Hasta que el año pasado me sorprende al entregarme un libro de su autoría.
En efecto, Gabriel W. Robles Romero, me concedió el honor de escribir el prólogo de su novela “Historias Perdidas” cuya lectura me condujo a augurarle muchos comentarios en pro y en contra, porque los críticos “tratarían de triturarlo por algunos errores salvables, pero los más, el pueblo para quien está escrito, lo ensalzaría y lo acogería con cariño estimulante, así le decía en aquella oportunidad.
Y para lanzar estos comentarios, no es necesario ser pitoniso, porque la vida a través de los años, nos ha enseñado a ver con mayor claridad las virtudes y las debilidades humanas que hoy constatamos como certeras.
Historias Perdidas tiene un 85 por ciento de hechos reales y un 15 por ciento de ficción. Caso raro en narraciones literarias donde el autor, generalmente, da rienda suelta a sus sueños y añoranzas y olvida a los actores y protagonistas, que como en este caso, están vivos y pueden dar testimonio de lo sucedido durante la etapa de su juventud, cuando aún eran estudiantes de secundaria, la época que todos evocan, el trance acariciado, los años con sabor a miel.
La juventud, esa etapa de la vida, tan pasajera y meteórica que cuando se empieza a querer disfrutarla, huye de las manos como paloma mensajera para no volver jamás.
Precisamente “Historias Perdidas” es una narración de capítulos acontecidos en la GUE “Toribio de Luzuriaga y Mejía” de nuestra ciudad. Cuando el director de 1972 recibe una invitación de su homólogo de Huacrachuco, el “Huayna Cápac”, para que envíe una delegación de deportistas a fin de dar realce a su X aniversario.
En esta excursión es donde nace la historia de una serie de aventuras estudiantiles. Aquí se ve la fortaleza de un grupo de siete estudiantes y un docente de secundaria que sorteando los peligros, el hambre, el cansancio y los dolores musculares de tanto caminar durante tres días y tres noches, llegan al fin a la meta, casi agónicos y son recibidos por las autoridades y el pueblo como héroes. Esa gente sencilla, pero cariñosa, cuya generosidad llega a extremos de “no cobrar a los excursionistas por las compras que hicieran durante su permanencia”.
Ya en aquella época –y quizá en todas las épocas- comenzaba a acentuarse la corrupción en los lugares más alejados, donde las visitas de inspección de obras públicas son raras y a veces nulas; pues resulta que antes de la partida de Huarás rumbo a Huacrachuco se aseguraba con pruebas al canto y hermosas fotografías que guardaban celosamente en la Dirección de Transportes y Comunicaciones, de que existía entre Sihuas-Huacrachuco una carretera de primera “lista para ser inaugurada” y que para unir ambos pueblos se necesitaba sólo un par de horas. En el terreno de las realidades, todos los documentos eran fraguados y obedecían a un vulgar montaje. No existía tal carretera y para unir ambos pueblos se tenía que caminar por lo menos dos días a caballo y a pie, muchos más, trepando cerros, sorteando precipicios entre punas y bosques desolados, por lo que los viajeros, preferían hacerlo vía Trujillo, si bien es cierto empleando más tiempo, pero seguros y en vehículo.
(*) La presentación de Historias Perdidas fue en el auditorio del Gobierno Provincial de Huarás durante los “Jueves Culturales” que organiza el Regidor José Pariasca Pérez.***
(*) La presentación de Historias Perdidas fue en el auditorio del Gobierno Provincial de Huarás durante los “Jueves Culturales” que organiza el Regidor José Pariasca Pérez.***
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PRESENTACIÓN DE LA NOVELA “HISTORIAS PERDIDAS”
II Parte (Final)
El autor (Gabriel Wilfredo Robles Romero) nos narra las aventuras juveniles, los primeros amores, los episodios fallidos y la tensión de los enamoradizos cuando irrumpen, sin medir las consecuencias futuras, al internado de las monjas a media noche violando el bunker de las chicas trepando escaleras, agazapados cual gato cazador para ingresar a la alcoba de la amada. Proeza sin límites e inaudito en aquellos tiempos.
Pero también narra hasta mover las fibras más sensibles del ser humano, cuando la curiosidad en Huacrachuco permanece latente por conocer si era cierto que Huarás y Yungay habían, prácticamente, desaparecido en el terremoto del 70; y, qué mejor oportunidad escuchar de labios de uno de los actores de aquella hecatombe que les hace conocer el sufrimiento de un pueblo indomable que a pesar de haberlo perdido todo, incluido vidas de los familiares, permanece impertérrito, aferrado a su terruño junto a los cimientos de lo que alguna vez fue su hogar sacrosanto.
Así como hay en la novela de Willy, motivos de congoja, también los hay de sátira y malicia.
A propósito hay una narración (Pag. 18) en que la presencia de la delegación de estudiantes, despierta curiosidad entre los habitantes de Sihuas quienes se interrogan: ¿De dónde son? ¿De qué colegio? ¿Qué hacen por estos lares tan alejados de la Capital? A lo que contestan: Somos de Marte, soy Perico León, él es el Nene Cubillas, y refiriéndose al profesor “Chumpi” aseguran que es el Capitán de la selección nacional de fútbol por su parecido con Cubillas.
Dice Willy: Al bajar del vehículo (a soltar músculos) que los llevó con rumbo a Huacrachuco “Lo primero que se hizo fue unos piques cortos de calentamiento muscular, algunas flexiones, movimientos de tronco y cabeza de donde salían “conejos”. Otros se frotaban las manos y piernas, por tenerlas adormecidas. Otros buscaban sus caras y orejas. Algunos se frotaban los ojos, porque no habían pestañado en toda la noche del viaje”.
Si de ida ya tenían historias que contar, de regreso, las experiencias vividas fueron toda una odisea. Pepe Cerna, moribundo, los otros con ampollas en las plantas de los pies, sin zapatos, sin bulto, sin fiambre, sin uniforme, equipo de fulbito incompleto al punto que un alumno del Huayna Cápac tuvo que reforzar a los excursionistas.
Historias Perdidas, ciertamente que se hubiera perdido como se extravían muchas aventuras, pero lo escrito por Willy Robles, ha cobrado vigencia y se ha actualizado para que sus protagonistas lo acaricien con frenesí y los que sólo lo leen, se formen una idea de todo lo que vivieron: el Prof. Amacio Villafane Figueroa y los alumnos de entonces: Filiberto Rurush Paúcar, Nilo Ghilino, José Cerna Fuentes, Alexander Padua Jara, Félix Albinagorta, Prince Villavicencio y el autor, Gabriel Robles Romero que acaba de escribir una nueva obra al que lo ha titulado tentativamente: “Cuentos de María Gabriela” que está esperando la mano generosa de un mecenas o una institución como la comuna de Huarás que siempre apoya a los poetas y escritores de diferente manera.
Estoy seguro que su nueva obra, será bienvenida, porque en Willy hay pasta y la literatura le ha sonreído con Historias Perdidas. O.C.C.- Fin.
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