Hasta las campanas que repicaban fiesta,
se han ido para no doblar su pena.
Poema de Julio Olivera alusivo al 31 de Mayo de 1970
En medio de la vorágine,
surgiendo de la hecatombe,
se alza el Cristo Redentor
del Cementerio poblano,
retando al infortunio.
Llena de hiel y de amargura,
colma las copas hasta el borde.
Y ante aquella fatalidad
el Cristo protesta
y su protesta junto a la protesta
de la grey despavorida
Apiádate Señor!
El castigo sobrepasa con exceso.
Y antes de revelarnos y blasfemar,
pedimos misericordia.
Tu castigo todo lo aniquila
y aniquila la esperanza.
Líbranos de esta prueba incruenta,
No resistimos ya,
de tumbo en tumbo
vamos acabando,
No hay mas que trombas,
desolación y muerte.
Y tu grey?
Muerta ella su pastor habría muerto.
Nada ha quedado...
Lo has arrancado todo...
Hasta las campanas que repicaban fiesta,
se han ido para no doblar su pena.
Y las voces, también muertas,
rebeldes! de veinte mil fieles
has dejado el eco álgido
de una lúgubre melodía.
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