La noche anterior llovió con rayos y truenos en el Callejón de Huaylas, pero a la mañana siguiente - 24 de diciembre del 83 - el cielo huarasino amanecio tan azul como el chiquiano. Ni una sola hilacha de nube asomaba en el firmamento. Al fondo, el bicéfalo Huascarán nos regalaba todo su esplendor con los primeros rayos del sol.
A las once de la mañana salí con dirección a una escuelita del barrio de Nicrupampa; allí unos niños escenificarían la Navidad. Cinco días antes, Dana, una excelente profesora natural de Huarmey me había invitado, y de ninguna manera podía perderme la cita con sus alumnos, a quienes ya conocía desde el 28 de julio en que apadriné implementos deportivos durante un campeonato de fútbol infantil en el estadio de Rosas Pampa. Caminé por Luzuriaga, pasé el puente Quilcay y ascendí hasta la escuelita, arribando cuando por su pequeña puerta de calamina ingresaban muchos niños y padres de familia.
A las doce en punto comenzó la función. Un rumor nervioso se cernía en el ambiente, pues los hijos de los que me acompañaban en el improvisado auditórium con piso de tierra, eran los actores.
Y San José preguntó:
- ¿Podría darnos hospicio?, mi esposa está por dar a luz.
- No hay espacio en este albergue, por favor sigan su camino - respondió el niño actor y se quedó contemplándolos con tristeza mientras se alejaban. De pronto y fuera del libreto gritó:
- ¡Esperen, los llevaré a mi casa!
Al escuchar estas palabras, Dana salío nerviosa al escenario a pedir disculpas, pero para su asombro, todos los asistentes nos pusimos de pie y aplaudimos las emocionadas palabras del niño, que llevado por su noble corazón alteró la historia del nacimiento de Jesús que había ensayado durante dos largos meses con su profesora y compañeros.
No guardo en mi memoria una Navidad más bella que la vivida aquel mediodía de diciembre en el modesto barrio de Nicrupampa...
***
Todos sabemos que al no entontrar un hospicio, María dio a luz en un establo de Belén, acompañado de humildes pastores, muchos burritos, vacas y corderos. Ya han pasado 2005 años desde ese entonces; pero hoy, José tocará nuevamente nuestra puerta, abrámosle nuestro corazón como aquel niño de Nicrupampa, y su Amado Hijo Jesús, nacerá en nuestro hogar...
NAVIDAD DE LOS POBRES
Si pudieras ver Navidad,
lo que mis ojos miran,
seguro que los tuyos
se cerrarían de pena...
Si pudieras oir Navidad...
las cosas que escucho,
seguro que preferirías
vivir con tu sordera...
Si pudieras presentir Navidad...
lo que mi corazón siente,
seguro que el tuyo,
se detuviera...
Pero no todo es triste,
hay miles de niños felices,
sólo ablándales el corazón
para que compartan sus juguetes.
A los niños chiquianos,
regálales la luna llena,
muchas estrellitas brillantes
y un bello sol diariamente...
Así reirás al verlos Navidad,
alegres bajo el cielo azul
y disfrutarás con ellos
jugando a la ronda...
Ay, si tú supieras amigo,
las sorpresas que da la vida,
celebrarías cada día la Navidad
y no habría orfandad...
(NAB - Chiquián, 1975)
Nalo Alvarado Balarezo (nalitoalvarado@hotmail.com)
24 de octubre del 2005
Fuente:polosegura.con
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