A LAS MADRES ANCASHINAS
¡Madres Ancashinas! : Dulces como las mañanas de abril;
Serenas y hermosas cual claras tardes del mes de junio;
Yo quiero que junto con mi pluma, el artístico buril
Consagre a las Madres, que acecha el desgarrador infortunio.
`Madres de América!: Ritos del Evangelio de la Vida.
Por eso cantando estoy a la Madre mi mejor canción,
Y se aquieta entonces el gran dolor de la sangrante herida,
Y puedo entonces traducir los ritmos de mi corazón…
¡Madres de América!: Auroras dulces de la Juventud;
Simientes fecundas de los entusiastas hombres que pasan
Sonrientes con alma muy agitada de azul inquietud…
¡Rogad buenas Madres que cesen las guerras que todo arrazan!
¡Madres de América!: Hermanas de misteriosa sirena,
Árboles del bien son para la felicidad del mañana!
¡Madres de América!: Surcos de nueva civilización,
Para vos los ritmos melodiosos de mi mejor canción!
Lujáni Domunde Maraval
Julián Edmundo Henostroza
MADRE
En este venturoso día azul
Zurcido de flores rojas y blancas;
Día amanecido de raro tul,
Escucha Madre mis palabras francas.
¡Madre!, amorosa alfa de Humanidad,
En este día que es flor de los días,
Despojado de humana vanidad
Sólo te ofrendo risa de alegrías.
¡Madre amatísima!, pan de mis hambres,
Bendito ser, razón de mi existencia.
¡Madre!, eres del cariño los estambres,
Mientras hago tu altar en mi conciencia.
Madre amatísima, agua de mi sed,
sigue regando surcos de mi vida.
Quisiera arpegios de todos los lied
Para cantarte mi canción sentida.
¡Madre!, forma de amor sin interés,
Por ser tu Día, sobre este camino,
Te eleva sus cantares mi destino
Repitiendo antiguas formas tal vez.
¡Madre!, constelación de mi existencia,
Que iluminas las formas de mi andanza.
Si flotan banderas de mi esperanza
Son por tus consejos de inteligencia.
¡Madre!, alfa amorosa de Humanidad;
Sobre mi pecho abierto de emoción,
Revientan las notas de mi canción,
Para decir ¡Madre! Con humildad.
¡Madre! Yo que soy solamente un hijo;
Yo, una forma de dolor humano,
Te traigo mi corazón en la mano
Por negras penas hecho un crucifijo.
Yo que soy dolor hecho forma humana
Sobre el mundo, qué te podré ofrecer?
Una lágrima más tal vez mañana,
Y me perdonarás el padecer.
El tiempo las cosas transformará;
Llegarán ínclitas formas del verso,
Pero tras las locuras del Universo,
¡Oh Madre! Tu nombre no cambiará!
Lujáni Domunde Maraval
Julián Edmundo Henostroza
MADRE RECIBE MI ORACIÓN
Madre:
Desde aquella tarde tan triste,
Que en mi cuerpo se hizo dolor
Cuando de la casa saliste,
Lloro la orfandad de tu amor.
Madre:
Que abandonaste nuestra casa
Sin decirme nada en tu muerte,
Hay un silencio que traspasa
Las rutas de mi amarga suerte.
Madre:
Que te llevaste tu calor
Dejando un vacio en la casa
Donde se ha sentido el dolor,
Tu hijo en su lloro no se cansa.
Madre:
Que dejaste a tu hijo Edmundo
Huérfano de tu cariño
En las orillas de este mundo
Llorando como un triste niño.
Madre:
Que guardé tu cuerpo en la tumba,
En cada octava de mi vista
Escucha mi oración que zumba
Entre las flores que te dejo.
Madre:
Hoy que te hallas en la Mansión
Del Señor Todopoderoso,
Envíame tu bendición
En las horas de sollozo.
Madre:
Que te fuiste a no volver,
Derramo en cada atardecer
Mi llanto que tu no puedes ver
En mi vía crucis al recorrer.
Madre:
Recibe mi oración, mi llanto
y mi flor que en tu tumba dejo
En las octavas de mi visita
Al cementerio al atardecer.
Lujáni Domunde Maraval
Julián Edmundo Henostroza
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