Consumo por género. Ad portas de
Funte: elcomercio.com.pe Suplemento Dominical 12-07-2009
Por: Liliana Minaya *
La escritura nace de una experiencia personal, de una forma de ver y relacionarse con el mundo que traza la forma de escribir. Esto definitivamente marca una diferencia entre lo escrito por un hombre y una mujer. Al tiempo de publicar estas experiencias existe una variable ajena a la escritura misma que debe tomarse en cuenta: el mercado o público consumidor.
Hay muchísimo que hacer
La obra publicada podría y debería transformarse en una fuente de comunicación hacia el lector o lectora, pero en el caso particular de las escritoras deberán enfrentar múltiples barreras que impedirán la circulación de sus libros. Tanto Magda Portal como Flora Tristán, por citar dos ejemplos emblemáticos, se toparon con un lector masculino o masculinizado que impidió la divulgación de sus obras y, por lo tanto, de sus ideas. No debe sorprendernos, por eso, que la literatura de mujeres aún siga rezagada en un mercado de lectores con profundo arraigo masculino.
Apuesta nueva
Hoy, pareciera que algunas iniciativas intentan revertir el desolado panorama femenino. Algunas editoriales jóvenes como Estruendomudo, Mesa Redonda, Matalamanga o Tranvía Editores, están marcando un nuevo rumbo en la edición de literatura de mujeres, sin que necesariamente se lo propongan; muchas de ellas han llegado a publicar entre 30% y 35% de títulos de magnífica calidad. Existen, además, editoriales dirigidas por mujeres que publican exclusivamente a mujeres, como Ediciones Flora Tristán o NoEvas Editoras.
Otra barrera para las mujeres es la autocensura. Una de las principales quejas de las mencionadas editoriales jóvenes es que no reciben manuscritos de mujeres. El excesivo afán por ser aceptadas en un mercado masculinizado hace que las mujeres se sientan inseguras y hasta retrocedan a la hora de hacer públicas sus obras. Tal vez las nuevas tecnologías, como Internet, amplíen los canales de expresión femenina y permitan que dentro de unos años exista un panorama más ponderado entre las publicaciones de hombres y mujeres.
Entre el macho dominio y la esperanza
El mercado editorial peruano presenta a consumidores encasillados en segmentos específicos. Su consumo, al estar sesgado por patrones culturales, mantienen los estándares de publicaciones masculinas. De hecho, los libros de los hombres son los más ofertados porque son los que más se consumen.
Si partimos de la premisa de que los pares se buscan entre sí, resulta lógico que se lean a sí mismos. Es decir: hombres leen a hombres y mujeres a mujeres.
En el mundo este panorama se ha modificado últimamente con libros de ficción de mujeres convertidos en best sellers. Allí están J.K. Rowling con Harry Potter, Stephenie Mayer con su saga vampírica e Isabel Allende con sus variadas historias. Pese a esto, en la narrativa aún tenemos consumidores predominantemente de literatura escrita por hombres. No contamos con cifras exactas pero no es aventurado señalar que el 90% de los libros vendidos en el Perú son escritos por hombres.
Aunque parezca increíble, este porcentaje resulta alentador comparado con el registrado hace quince años cuando las publicaciones de mujeres prácticamente no existían. Estamos frente a un cambio paulatino e irreversible que requiere, sobre todo, de la fortaleza de las escritoras peruanas. Son ellas y sus lectoras las que pueden dar en este siglo el giro necesario a las cifras mencionadas.
[*] Gerenta Cámara Peruana del Libro
Cifras
En el 2006 y el 2007 las mujeres representaron solo el 12% del total de autores publicados, según
De las 4.000 publicaciones registradas en el 2006 (todos los géneros), solo 90 fueron obras de mujeres.
La misma fuente registra 128 empresas editoriales. 13 son dirigidas por mujeres.
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