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lunes, 18 de enero de 2010

UNA DE EUDOSIO HABACUC

El fenómeno telúrico interrumpió la fiesta, se trataba del cumpleaños número 77 de abuelita Anita
                                                                                           (por sus taitantos abriles)
Por Ergo Sifuentes
             El coupé Chevrolet negro con el techo crema, era el taxi de don Jorge Huerta, estaba estacionado en la empedrada vereda cuyas uniones habían sido estupendamente selladas por el kikuyo. Cuando comenzó el movimiento sísmico. El almanaque de la sala de la casa de tío Jorge indicaba el 1ero. De Setiembre de 1,966. Ese mes se registraron dos temblores; el otro acaeció el día 24
            El fenómeno telúrico interrumpió la fiesta, se trataba del cumpleaños número 77 de abuelita Anita, la máma Anita de los más fraganciosos chicharrones de Patay. Todos nos pusimos a buen recaudo en la calle. Tía Gregoria, Doña Amelia Cabana, tía Antuca y varias personas más se hincaron de rodillas, rogando al Señor de la Soledad que no nos desampare y calme su ira:
            - ¿Que te hemos hecho Señor? – le preguntaban y se daban golpes de pecho suplicantes y aterrorizadas.
            Estábamos con la cabeza descubierta. Los que usaban sombrero, como tío Ishico, lo tenían en la mano y todos tratábamos de mantener el equilibrio y la serenidad. Delante del tambaleante taxi del Sr. Huerta, el Ford Fairlane de tío Shéla también se bamboleaba.
            Muy entusiasmado con el avance de la construcción de su casa, tío Jorge propuso que ese año, allí se llevara a cabo la ya tradicional celebración del onomástico de Abuelita. En la habitación contigua a la sala, se ubicaba la mesa larga, con algunos panes aún y rastros del opíparo almuerzo de tres platos como era costumbre: entrada de jamón con ensalada de zanahoria, betarraga y papas sancochadas, Llunca cashqui de gallina negra y el apodíctico picante de cuy. Luego del almuerzo, “Huanccash” y sus filarmónicos nos obsequiaron con bailables piezas del acervo vernacular y una que otra del caudal criollo en una oportuna versión serrana.
            Para darles un respiro, Gerardo puso un 45 rpm en el picap de tío Jorge, su contenido consistía de un go-gó por el lado A y un twist por el otro. Eran el ultimito alarido de la nueva ola que el primogénito de tía Llicucha disfrutó contorsionándose de lo lindo en pareja con Lochi. No bien terminaron su actuación y cuando sus más fervorosos seguidores comenzamos, aunque tímidamente, a aplaudirlos y felicitarlos; fué que el temblor hizo su arribo. Tío Ishico, pasado el susto, culpó a los dos bailarines por el castigo divino.
            - ! Ya ven lo que pasa por retorcerse como poseídos !
Como para darle desembocadura a la carga de pavor, intentamos reímos nerviosamente. Pero nos desternillamos cuando Coco muy sereno él se levantó del maletero del coupé de don Jorge Huerta, donde todo el tiempo que duró el sismo estuvo apoyado y sin despegar los ojos del reloj pulsera que cogía con las dos manos manifestó:
-  Exactamente 47 segundos ha durado el temblor. 
                                                                                           Es copia fiel del original.
                                                                                                    CHANELO

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