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lunes, 28 de marzo de 2011

Huaraz, Huarás: ¿Una Disyuntiva?

¿Quién o quienes han resucitado esta disyuntiva ya resuelta por el tiempo? En la escuela primaria aprendimos que se podía escribir Huaraz y Huarás. La norma gramatical decía que ambas eran correctas. Pero nuestros maestros de entonces añadían que el uso general había optado por Huaraz, y también el Estado peruano en sus leyes y documentos institucionales. 
Por: L. Robles 
Quien visite el local de Chico Minaya con la intención de ver su excelente colección de fotografías de personajes de nuestra ciudad de antes del terremoto de 1970, se encontrará con un sorpresivo cartelito que más o menos dice: Huarás se escribe con s porque en el idioma quechua no existe la letra z.
Una afirmación tan rotunda plantea justificadas dudas y nos impulsa a preguntarnos quién o quienes lo dicen. Superada la sorpresa del primer instante nos damos cuenta de que se trata de un sofisma, que estamos ante un argumento que quiere defender lo que es falso.
¿Quién o quienes han resucitado esta disyuntiva ya resuelta por el tiempo? En la escuela primaria aprendimos que se podía escribir Huaraz y Huarás. La norma gramatical decía que ambas eran correctas. Pero nuestros maestros de entonces añadían que el uso general había optado por Huaraz, y también el Estado peruano en sus leyes y documentos institucionales. Es decir, fueron la calle, la gente, que es dueña de la lengua, y el propio Estado quienes impusieron la forma gráfica de escribir Huaraz con z. En este asunto nada tiene que ver el idioma quechua, que es utilizado para justificar un argumento falaz por quienes propugnan volver a escribir Huarás. ¿Por qué y para qué se reivindica esta antigua grafía? Se trata de una extemporánea e innecesaria ocurrencia que solo ha servido para una cosa: instalar la confusión en la gente a la hora de escribir la palabra Huaraz. Muchos no saben a qué atenerse. Así he leído con estupor no hace mucho un letrero que decía: “Distribuidora de abarrotes Huaráz”. Quien escribió esto es una víctima de esa confusión, alguien que ante la duda optó por colocar el acento “por si acaso”.
El argumento de que en quechua no existe la z es insustancial como el propósito de quienes lo plantean. En el Perú y en toda Latinoamérica no se pronuncia este fonema, y tampoco en algunas regiones de España (Andalucía, Extremadura e Islas Canarias), en las que se pronuncia como si fuera s. Analicemos el argumento de la z, el fonema que cuestionan los reivindicadores. En el idioma quechua no existe ninguna letra porque se trata de un idioma oral, y si ahora podemos leer textos en quechua es gracias al alfabeto prestado del idioma español, el que hablamos y escribimos hoy en toda Latinoamérica.
Huaraz es hoy una ciudad que ha crecido en población y dimensión urbana desde su reconstrucción, y se puede decir que se halla dentro de una relativa modernidad. Pero es también una ciudad tradicional por el peso decisivo de su población quechua hablante de origen campesino. En cualquier calle se oye hablar quechua con toda naturalidad. Entre el mundo castellano hablante y el quechua hablante no existen conflictos, y por suerte sus fronteras son cada vez más débiles si se los compara con el Huaraz destruido en 1970. Para Huaraz como capital esto es algo especial, constituye su riqueza y originalidad. El quechua está más vivo que nunca en la calle, y debe recibir el apoyo incondicional de las instituciones regionales y municipales. Su uso debe ser promovido por constituir un patrimonio lingüístico y cultural que nos enriquece a todos. La coexistencia de estas dos sensibilidades, de estas dos estructuras lingüísticas, nada tiene que ver con resucitar la antigua forma de escribir Huarás, con la pretensión de que así el nombre de la ciudad suena más andina que hispana.
¿Qué logran reivindicando esta falacia? Una ocurrencia que más bien parece delatar un drama mucho más íntimo: el drama del mestizo. Un drama no racial, sino cultural. Echar mano de su lado andino cuando entra en conflicto con su lado hispano. O al revés, según dónde y cuándo le aprieta el dolor metafísico de no ser del todo ni indio ni español. Estos promotores de lo inútil no utilizan el idioma quechua en su vida diaria, y por supuesto, menos a la hora de escribir una carta, un e-mail, un poema, una narración. Debieran hacerlo para ser coherentes con su propuesta.
Por otro lado, manejar una grafía dual induce a la confusión. Además es antiestético. Es negativo si se pretende imponer una marca turística para la ciudad. El turista nacional o extranjero, ajeno a esta inútil y ociosa batalla de Huaraz o Huarás, al leer un folleto informativo va a pensar en primer lugar que se trata de dos lugares distintos, como sucede a menudo en la realidad. No es posible promover el turismo utilizando las dos grafías, es echar por la borda presupuestos y esfuerzos. No pueden convivir revueltas en un mismo texto como ocurre en la actualidad.
Por otro lado, los estudios lingüísticos no han logrado determinar de manera definitiva el origen de palabras como Áncash y Huaraz, entre otros muchos toponímicos de pueblos y ciudades. En el caso de Áncash se presupone que significa azul, y también ligero, algo de poco peso. Pero en el quechua clásico del Cusco la palabra Áncash no existe. Es probable entonces que pertenezca a una de las antiguas lenguas que se hablaban en el valle hoy llamado Callejón de Huaylas. Y en el caso de Huaraz se suele afirmar que proviene de Guaras (sus antiguos pobladores), y también de huarac, palabra que en quechua significa aurora, o amanecer. Guaras aparece escrito por primera vez en los textos de los cronistas españoles del siglo XVI, y nos inclinamos a pensar que tampoco es quechua. ¿Por qué? El afijo gua, está presente en numerosos toponímicos en las tres Américas (Guanajuato, Guatemala, Guayaquil, Guaira, Guamanga, etc.), lo cual demostraría que Guaras no es de origen quechua sino de un idioma mucho más antiguo. El lingüista Alfredo Torero pone en duda que incluso la palabra Qosqo, el nombre de la ciudad imperial, sea quechua; y sostiene que pudiera pertenecer a un idioma varios siglos más antiguo que el idioma de los incas.
¿Qué reivindican entonces los que propugnan el uso de Huarás? ¿Se trata de nativistas, nacionalistas, tradicionalistas? Si lo son, tendrían que haberse dado el trabajo de investigar el origen más remoto de la palabra Huaraz, intentar ir al fondo de la cuestión y no quedarse en la etapa quechua. Investigar en primer lugar qué idioma se hablaba en esta región antes de la conquista Inca. No olvidemos que esta región fue incorporada al imperio Inca a finales del siglo XV, bajo el reinado de Huayna Cápac, es decir relativamente pocos años antes de la llegada de los españoles. El quechua fue impuesto sobre el idioma nativo, y sobre el quechua el idioma español. De la antigua lengua solo perviven algunos toponímicos.
Guaras sufrió cambios en su grafía con el correr del tiempo, cambiando la g por la h, como ocurrió con Huamanga, Huaura, Huacho, Huaral, Huarochirí, Huancayo, etc. La introducción de la z no fue obra de españoles. Esta forma se adoptó en la época republicana, es decir por el Estado peruano moderno. No es válido pues el supuesto argumento de la z pronunciada al modo español. La z se pronuncia como s en toda Latinoamérica y en las regiones españolas arriba mencionadas.
En la República se utiliza al principio las dos grafías, pero a mediados del siglo XX queda clara la definitiva opción de escribir Huaraz. Y así se escribe en todo el Perú y en el extranjero, en los libros de geografía, en las enciclopedias, en Internet, y sobre todo en las guías turísticas escritas en diferentes idiomas (tanto en forma de libro como en sus versiones informáticas y digitales). ¿Los editores de estas publicaciones deberán verse obligados a utilizar ambas grafías en sus textos, como hace el Instituto Nacional de Cultura, escribir entreverado en un mismo párrafo Huarás y Huaraz? Es antiestético y una incorrección gramatical. Atenta a la claridad y frustra la correcta comunicación. En privado se puede escribir como a uno le dé la bendita gana, con z o s, pero no deben hacerlo los organismos institucionales y tampoco los medios de comunicación escritos, sea prensa gráfica o digital.
Oficialmente es hora de decidir de manera definitiva el uso de una u otra grafía. No pueden convivir ambas. Como es su obligación, las instituciones regionales y municipales deberán determinar por cuál de las opciones se inclinan a la hora de escribir el nombre de la ciudad en sus documentos oficiales. De una vez para siempre. La opinión del autor de esta nota es que se debe optar por reforzar el uso de Huaraz con z, como lo decretó hace ya muchas décadas la gente en general y el propio Estado peruano. Lo contrario es malgastar tiempo y energía promoviendo el oscurantismo y la confusión.
Madrid, marzo de 2011

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