Fuente:
Ciberayllu. Ayllón Publicado:(15 setiembre 2002)
http://www.andes.missouri.edu/andes/Comentario/RA_IslaBlanca.html
A
propósito de las Bodas de Plata del grupo literario de Chimbote
Isla
Blanca: privilegiando el fervor creativo y el pensamiento analítico
Ricardo
Ayllón
Para referirse al grupo
literario «Isla Blanca» de Chimbote, es necesario tocar en primer lugar aquel
suceso que determinó su instauración, nos referimos a la creación de Alborada,
la revista que fuera ideada por el escritor Óscar Colchado Lucio junto a
Wilfredo Cornejo Ibargüen y otros estudiantes de la otrora Escuela Normal
Superior «Indoamérica» de Chimbote. Aquello ocurrió en 1969 y obedeció, estamos
seguros, a una serie de acontecimientos culturales propios de ese ritmo social
que define en gran medida una posición frente a la literatura.
Maynor Freire, Cristian Reynoso, Ricardo Ayllón,
promo de Ricardo, Gabriel Rimachi. Foto: Ciudad
desierta
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El departamento de
Ancash, por su parte, observa pasivamente cómo sus apacibles costas son heridas
de muerte con el fenómeno de la explotación pesquera, fenómeno que convierte a
Chimbote en la barriada más grande del Perú y en un atractivo caldo de cultivo
para sociólogos, escritores e, inclusive, teólogos. Denis Sulmont, Gustavo
Gutiérrez y el propio Arguedas, veían nacer en Chimbote la envergadura de sus
obras. Dentro de esta turbina social, aparece el primer número de la revista
Alborada, impregnada sin duda por la humareda vertiginosa de su tiempo.
No sólo vocero de
estudiantes, sino también terreno en el cual comienzan a ser desbordados todos
los demonios de la creación, Alborada avanza casi a un número por año, en
formato de oficio, e impresa todavía en mimeógrafo. Esta es la época en que
Colchado Lucio, sobre todo, empieza a ensayar su prosa desde una labor
periodística erigida por entrevistas a importantes actores de la cultura
peruana, pero también permitiendo el desfile por sus páginas de una gran
variedad de creadores y pensadores nacionales: cartas inéditas de Arguedas;
poesía de «Hora Zero»; trabajos de Juan Ojeda, Marcos Yauri, Cecilia
Bustamante, Sonia Luz Carrillo, Rosa Cerna Guardia, Wilfredo Kapsoli, Francois
Bourricaud, Maynor Freyre, Román Obregón, Gustavo Armijos, Jesús Cabel, Juan
Félix Cortez, entre muchos otros, realzan la calidad de la revista.
De esta forma, Alborada
se va convirtiendo ya no en el órgano de sólo tres o cuatro escritores, sino de
un Chimbote que empieza a reconocerse en sus páginas. Transcurren ocho años y,
con toda la madurez ganada, se convoca a un reducido número de escritores
chimbotanos para instituir el «Grupo Cultural Isla Blanca. Arte y Liberación»,
agrupación que desde un principio pondrá en claro sus objetivos. Para ello, es
pertinente conocer dos textos reveladores que nos ofrecen importantes luces
sobre su grado de autenticidad, su compromiso para con Chimbote y el espíritu
ideológico que mueve sus primeras acciones. El primero, es un manifiesto
redactado e impreso el mismo mes en que es fundada la agrupación, nos referimos
a «Palabras desde el lomo de la isla», cuyas líneas más significativas dicen lo
siguiente: «Nuestros versos tienen aroma de algas, consistencia de roca, fuerza
de viento, de ola rugiente, de mar embravecido. Queremos que nuestra voz llegue
a las caletas dormidas en el tiempo, a los villorrios de tierra adentro, a las
calles despobladas de alegría de las barriadas costeras, los caseríos de piedra
del Ande, los bohíos de palma del llano amazónico, donde viven nuestros
hermanos (…) Somos la conciencia de un pueblo que despierta y dirige sus pasos
a la liberación final. Definitiva. Eso es lo que escribiremos. Lo que
cantaremos».
Asimismo, en Alborada
número ocho, de junio de ese mismo año, se sientan las bases del grupo con el
siguiente anuncio: «Bajo el clima tropical de verano de l977, matizado con las
frescas brisas del mar chimbotano, nace una agrupación cultural auténticamente
popular que ama la literatura, la poesía y toda creación artística que exprese
la realidad integral de este gigantesco puerto que supera ya los trescientos
mil habitantes. (…) Pretende así el Grupo constituirse en la expresión genuina
y auténtica de la cultura y arte chimbotanos. Tiene así mismo la intención de
bregar por la creación y difusión de la poesía, el teatro y la literatura en
sí, a través de recitales, exposiciones, fórums, conversatorios y círculos de
estudio. Otra de las miras de la referida agrupación es la de estimular la
creación literaria en la juventud y la clase proletaria, forjadora de la
riqueza y de la producción nacional. La poesía que cultivan es de avanzada y de
corte hondamente social. (…) Se espera que en el transcurso de una temporada a otra se logre contar con un
equipo muy dinámico de poetas y compositores que den a Chimbote una fisonomía
cultural propia».
Corre la década del 70,
y lo que se capta es el espíritu de los trastornos sociales, viviéndose los
asuntos políticos con pasión e intensidad, como ocurriera en casi todos los
ámbitos culturales. Pero si bien esta característica marca con creces la
orientación del Grupo hacia un compromiso ideológico, será a través de la
revista Alborada y, conforme pasan los años, que el Grupo dejará entrever cómo
este compromiso se encaminará hacia el terreno de lo estético y la
investigación. De ello hablan perfectamente sus números dedicados a temas
específicos, iniciados a mediados de la década del 80 hasta la actualidad, con
tópicos como lo erótico, lo infantil, lo social, lo esotérico, la literatura
lúdica, la amorosa, la histórica o la andina.
De esta forma, si de lo
que se trata es de privilegiar el fervor creativo y el pensamiento analítico
dentro de su conjunta concepción de hacer literatura, Isla Blanca permitirá
también vislumbrar este objetivo a partir de una tarea meritoriamente fértil,
en la que destaca la participación de sus integrantes en recitales y encuentros
de escritores regionales y nacionales, en la difusión de sus trabajos en revistas
de otros ámbitos y en un intercambio permanente de publicaciones nacionales e
internacionales, así como en la realización de talleres de poesía y en el
estudio de la obra de escritores peruanos. De otro lado, el Grupo se verá
reforzado con la integración de más afiliados. Si los miembros-fundadores, en
febrero de 1977, fueron Óscar Colchado Lucio, Víctor Hugo Romero, Miguel
Rodríguez Paz, Wilfredo Cornejo Ibargüen y Pietro Luna Coraquillo, hacia los
primeros años de la década del 80 se unirían a sus filas: Víctor Raúl
Plasencia, Félix Ruiz Suárez, Saniel Lozano Alvarado, Gustavo Alarcón, Telmo
Sora, Jaime Guzmán Aranda y el pintor Julio César de Castilla «Salamandra».
No es mezquino
mencionar que, hasta el momento, ha sido durante la década del 80 que el Grupo
ha conseguido mayor notoriedad, pues para nadie es un secreto el oscurantismo
sufrido bajo la dictadura de la década del 90. Además de la publicación de
libros, Isla Blanca ve florecer su ámbito editorial a partir de otros proyectos
hechos realidad, como la separata de poesía Marea, que continúa en circulación,
y la colección poética Vientos de la Isla. En esta vorágine corporativa, el
Grupo ha crecido y ve llegar a sus filas destacados y nuevos integrantes.
Gonzalo Pantigoso, Marco Cueva Benavides, Antonio Salinas, Adrián Arias, Pedro
Rodríguez Ortiz, Leonidas Delgado León, Martha Irene Mejía, Dante Lecca,
Brander Alayo, Enrique Tamay, Víctor Sagastegui, Sixtilio Rojas, Gloria Díaz
Azalde, Carmen Mimbela y Medalit
Escalante, entre algunos otros, brindan al grupo la novedosa energía de
su arte y pensamiento.
En la difícil lucha que
ha significado hacer cultura durante la última docena de años, e intentando
hacer frente a esa suerte de crisis consuetudinaria que representa el
centralismo limeño, Isla Blanca vio mermada también la aparición periódica de
Alborada (apenas un número entre setiembre de 1990 y enero de 1998). No
obstante, en estos últimos cinco años la revista ha podido sobreponerse
iniciando la reconquista del terreno perdido, mientras que la actividad grupal
también se ha visto favorecida gracias a tres principales aspectos: la reciente
filiación de nuevos y jóvenes miembros (Antonio Mayucayán, Francisco Vásquez
Carrillo, Augusto Rubio y Teófilo Villacorta Cahuide), la puesta en marcha de
la colección narrativa «Cuentos de la isla» y la incursión al universo virtual
de Internet.
Dueño de un apreciable
y productivo itinerario, el actual «Grupo de Literatura y Arte Isla Blanca»
cumple 25 años en olor a éxito, 25 años que, sin embargo, no deben olvidar sus
miembros que son apenas la edad de la juventud. Queremos sumarnos a las Bodas de
Plata de Isla Blanca, para aplaudir no sólo el más serio compromiso que ha
existido en Chimbote por instituir una auténtica conciencia literaria, sino
además un trabajo que debe ser interpretado como uno de los mejores ejemplos en
el Perú de lo que representa la indeclinable apuesta por el trabajo colectivo.
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