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lunes, 6 de junio de 2011

Aprendí a Vivir

Fue en ese momento crucial donde me hice un juramento; de luchar sin desmayar por la vida de mi hijo, sin importar lo que tuviese que hacer para lograrlo. Sabía que tenía  al incondicional esposo y mejor padre que se pudiese desear y contaba con la comprensión de mis pequeños hijos, que adoraban a su hermano menor.
Por Nora Castillo.
Quiero dar las gracias a todos mis amigos, familia, a la profesora y escritora Rosa María Cifuentes y al Sr. Erick Benites; representante de la Editorial Mesa Redonda, por compartir conmigo este sueño hecho realidad.  
Me tomó tiempo, decidirme a escribir el testimonio de vida de mi hijo discapacitado llamado Fernando; por dos motivos principalmente: el primero fue de orden emocional; pues sería imposible no revivir sentimientos que causaron profundas huellas en mi vida. El segundo, era la interrogante que me había planteado, ¿podré trasmitir lo que  realmente deseo?, pues nunca había escrito un libro.
Así mismo sentí que tenia un compromiso conmigo y consideré un deber moral hacerlo;  con la esperanza que sea de utilidad a padres que como yo, tuvimos que “Aprender a Vivir”
 Este libro también esta dirigido a todo público; ellos comprenderán que la actitud que tengan frente a la vida, será el secreto para encontrarse así mismo en busca de la anhelada felicidad.
Cuando nació Fernandito; nosotros no habíamos terminado de procesar el duelo de nuestra pequeña hija Norita, solo sabíamos del dolor profundo que produce la ausencia de un ser amado.
Pocos meses después, teníamos que hacer frente a un problema de salud, cuyo diagnóstico seria meningo- encefalitis post vacuna triple y, que al cumplir su quinto año, los médicos nos dirían, su niño será un ser discapacitado y el tiempo que le quede de vida, será un año más.
 Aceptamos su condición de discapacidad con entereza y mucho amor. Lo que no podíamos entender era su frágil salud, pese a toda la investigación científica y tratamientos médicos a los que se le había sometido; nada daba resultados esperados.
Fue en ese momento crucial donde me hice un juramento; de luchar sin desmayar por la vida de mi hijo, sin importar lo que tuviese que hacer para lograrlo. Sabía que tenía  al incondicional esposo y mejor padre que se pudiese desear y contaba con la comprensión de mis pequeños hijos, que adoraban a su hermano menor.
Empecé a prepararme para ser la madre de un niño discapacitado y todo lo que conlleva a ello, busqué libros de orientación, formamos la “Asociación de Padres y Amigos de Excepcionales” y construimos el “Centro Educativo Especial Juan PabloII”, nos prepararnos a nivel familiar, fue una ardua tarea, afrontada con total decisión. 
El problema real era su salud, ¡su vida! Que se resquebrajaba poquito a poco y con la que teníamos que lidiar día a día y pese a esa condición, él nos estaba mostrando un mundo en otra dimensión.
Comprendí en esta etapa, que la llagada de Fernandito a nuestras vidas, tenía un fin, una misión y todos los padres que tenemos niños con capacidades disminuidas, deberíamos entenderlo así; sin él, yo nunca me hubiese preocupado de pertenecer a una Institución, ni ser una de las promotoras en la construcción de un Centro Educativo Especial.
 Además, él nos estaba enseñando a luchar por la vida:
A aceptar lo bueno y malo que a cada uno le toca vivir.
A disfrutar de las cosas simples y elementales y darles el justo valor,
Llegar a aceptar lo que no tiene solución y seguir siempre, con la esperanza del “mañana será otro día”.
Tratar de ser realistas y buscar el consuelo cuando le decía: “No importa que ya no te expreses verbalmente, por que tus ojos son un libro abierto y eso es suficiente para comunicarnos”…
Aprendimos también a soñar… y pedir “un pedazo de cielo”, para todos los niños que son como Fernando y tener el pleno convencimiento, de que el planeta tierra, no es el mejor  lugar para seres tan puros espiritualmente; por no ser lo suficientemente “Justo, pacífico, comprensivo y donde el amor escasea muchas veces, a tal punto que no aceptamos la condición humana del discapacitado.
Me he preguntado siempre, el por qué de las guerras, el por qué de las muertes no naturales, cuando nosotros luchábamos cada minuto de su vida, durante 32 años?
Comprendí, que nuestro hijo nos cambió radicalmente; tuvimos el privilegio de ver al ser puro y espiritual, que al final de su existencia nos dejaría un hermoso “Legado de amor y respeto a la vida” y que gracias a él, “Aprendí a vivir” y encontrar el “Equilibrio de mi paz interior”
Tuvimos la plena certeza, que nada quedo por hacer y que él tuvo una vida digna y pese a todo ¡¡feliz!!
He llegado al pleno convencimiento, que cada niño discapacitado tiene a padres especiales; ellos, han sido los elegidos para una ardua tarea, que debe ser afrontada con VALOR, RESPETO, COMPRENSIÓN Y UN INMENSO AMOR A LA VIDA.                                                                                           GRACIAS                                                                                                            Nora Castillo
Lugares donde se esta vendiendo el libro:
Librerias Crisol: Ovalo Gutierrez, Jockey Plaza, San Miguel, Chacarilla, Primavera, El Polo, Trujillo.
Open Plaza, Casa Verde.
Virrey: Miraflores, Lima
Católica
Libun.

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