Entrevista con el escritor peruano
Lleva dando vueltas por el mundo desde mayo, pero ahora se encuentra en una terraza sobre el perfil afilado y bajo el cielo nocturno de El Escorial. Bebe a sorbos cortos y lentos, de la misma forma que paladea y medita sus palabras. El escritor peruano Alfredo Bryce Echanique se encuentra en la localidad madrileña como ponente del curso 'Escritores en los márgenes del boom' de la Universidad Complutense.
Del boom. Ese anglicismo que tan mal define a un grupo de escritores latinoamericanos que pusieron su rúbrica en los anales de la Literatura Universal. Son Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Rulfo y Borges, entre otros. Autores "muy dispares, de distintas nacionalidades" a los que, casi con calzador, se ha unido en la llamada 'generación del boom, "lo cual es una tontería, porque cuando Borges tenía 70 años, Vargas Llosa sólo 30. Era absurdo".
Al tiempo que estos revolucionarios del Realismo Mágico, a la sombra de estos pro castristas europeístas vivieron los 'marginados', "los otros, que no venían de ninguna parte, a quienes no les interesaba viajar por Europa" y que preferían "la subcultura popular del mambo, del bolero, de la telenovela y el cine medriocre", pero que plasmaron la tradición latina en "unas obras maravillosas".
Cada uno por su lado, probablemente casi sin conocerse, son los creadores de una corriente paralela -más real e introspectiva-, pero escondida. Son el Manuel Puig de 'El beso de la araña', Luis Rafael Sánchez y su "incontenible verborrea del Caribe", Oswaldo Soriano o Julio Ramón Ribeyro, más apartado de "la foto del 'boom' porque no hacía novela". Nombres empequeñecidos por sus famosos coetáneos, o quizás por su lenguaje menos universal, que obstaculizó su trascendencia internacional.
Los libros más leídos en Perú
Bryce Echenique ha corrido mejor suerte a ojos de la posteridad. Las hojas de sus libros pueden presumir de ser las más ajadas -por más leídas- de Perú. Con su prosa pulida, de lenguaje franco y directo, el peruano ha conseguido el Premio Planeta y el Premio Nacional de Narrativa de España, entre otros.
Difumina el limbo entre la realidad y la ficción, siempre llevando el desorden de la vida a la literatura. "Cuando escribo novela me dicen que soy muy autobiográfico; cuando escribo mis memorias me dicen que soy muy novelesco".
La vida de este hijo de oligarcas, bisnieto de un presidente de Perú, es en sí una novela, un relato casi mágico de aventuras y desventuras. Niño bien de la clase alta limeña, estudiante notable de Derecho, un día decidió ser escritor, se escapo en un barco y huyó a la otra orilla del Atlántico, a la ciudad de las vanguardias: a París.
"Enfrentarme al orden establecido fue muy duro, porque yo quería mucho a mi padre, lo respetaba y lo amaba". A pesar de tener un enfermo y "un vago redomado" por hermanos, la decisión de Bryce Echenique no fue bien acogida en el seno de su familia. Sus padres siguieron enviándole dinero, pero él siguió rechazándolo; el niño bien limeño lavaba vasos en Mikonos, "donde sólo había pescadores y hombres que bailaban", pero ésa era su vida y así bastaba.
Sin embargo, antes de morir, su padre quiso remitirle una carta, en la que "comprendía" que su hijo "era una persona distinta, pero que valía la pena". A raíz de ese encuentro emocional, el mayor pesar del escritor fue que su padre no llegase a ver su primer libro publicado. "Yo creo que le hubiera enorgullecido ver impreso el nombre de su hijo".
Sus influencias literarias
A su regreso a Francia, Bryce Echenique consiguió un puesto de profesor de Literatura Francesa, un oficio que le dejaba tiempo para escribir de forma disciplinada y que le influyó en sus gustos literarios. "Mis autores favoritos han sido tipos cervantinos, rabelesianos, desmesurados, como Louis-Ferdinand Céline, muy antipopular por conducta fascista y antisemita, pero quien, a parte de eso, dejó una obra extraordinaria".
Al pronunciar el nombre de Stehndal sus ojos fosforcen tras los cristales de sus gafas y su boca se llena de palabras atropelladas en un intento de explicar su pasión por el francés. "Él es mi escritor, el más grande, el que más feliz me hace, el que me llevo conmigo a mis viajes. Me hace tan feliz que una vez en un hotel de Gran Canaria me encontré aplaudiendo frente a un libro suyo".
Cada vez que vuelve a París es obligatoria la visita a la tumba del escritor, del que quiere hacer suyo el epitafio. "Alfredo Bryce Echenique: vivió, amó y escribió". Pero en los últimos años, el limeño reconoce que los grandes mitos que movieron su vida, como París, están un poco de capa caída. "A la ciudad de la luz se le quemaron los plomos".
Los nuevos talentos
Otro sorbo lento e intenso y el autor de 'Un mundo para Julius' comienza a recomendar autores jóvenes peruanos, porque no sólo de clásicos vive el literato. Uno tras otro enumera a Jorge Eduardo Penabides, Fernando Ampuero, Alonso Cuetos -ganador del Premio Anagrama, quien acaba de publicar una novela policial-, Daniel Alarcón con su 'Lost City Radio', Santiago Roncayolo, Fernando Iwasaki -que vive en Sevilla-. "Ahora que lo pienso hay tantos peruanos fuera como dentro de Perú", bromea.
Bryce Echenique es en sí mismo un personaje de novela, y fue Bolaño -diría el escritor argentino Rodrigo Fresán, "como Borges, Bolaño está en todas partes"- quien le dio un pequeño papel en su libro 'Los detectives salvajes'.
"Yo tuve un gran amigo, Julio Ramón Ribeyro -el mejor cuentista de América Latina con Borges y Rulfo- con quien anduje a las buenas y a las malas en París", relata. "Nunca conocimos a Bolaño, pero en la novela habla de nosotros como si nos hubiera conocido de toda la vida. 'Pasaron Bryce y Ribeyro en busca de una copa de vino en el bar 'tal''. Y era verdad. Así hablaba de media humanidad, pero el tipo nunca vio a nadie porque no tenía plata para ir a ninguna parte". La triste historia del autor anónimo que alcanza el éxito una vez muerto; "“era un escritor realmente asombroso".
Sopla el viento fresco de El Escorial, una de las últimas paradas del escritor limeño antes de volver a su tierra. "Cuando llegue, tomaré un reposo, viviré la casa, viviré la ciudad y viviré los parques y malecones". Después continuará con su próxima novela, 'Dándole pena a la tristeza'. Y como si de un cuento se tratase Bryce Echenique narra la historia del título:
"Un día, volvía yo de París y fui a ver a Mama Rosa, una empleada indígena que había en mi casa, ya jubilada, a quien mi madre había comprado una casita. Cuando la vi le pregunte: -¿Cómo está, Mama Rosa? Soy Alejandro, tu chinito, que ha llegado de París. A lo que Mama Rosa contestó: - ¡Uy! Aquí estoy, dándole pena a la tristeza”.