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miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad: Jesús, el dulce, viene...

¡Señor del cielo, nace esta vez en mi alma! 

Jesús, el dulce, viene... Juan Ramón Jiménez 

Jesús, el dulce, viene...

Las noches huelen a romero...

¡Oh, qué pureza tiene

la luna en el sendero!

Palacios, catedrales,

tienden la luz de sus cristales

insomnes en la sombra dura y fría...

Mas la celeste melodía

suena fuera...

Celeste primavera

que la nieve, al pasar, blanda, deshace,

y deja atrás eterna calma... 

¡Señor del cielo, nace

esta vez en mi alma! 

Nochebuena - Amado Nervo 

Pastores y pastoras,

abierto está el edén.

¿No oís voces sonoras?

Jesús nació en Belén. 

La luz del cielo baja,

el Cristo nació ya,

y en un nido de paja

cual pajarillo está. 

El niño está friolento.

¡Oh noble buey,

arropa con tu aliento

al Niño Rey! 

Los cantos y los vuelos

invaden la extensión,

y están de fiesta cielos

y tierra... y corazón. 

Resuenan voces puras

que cantan en tropel:

Hosanna en las alturas

al Justo de Israel! 

¡Pastores, en bandada

venid, venid,

a ver la anunciada

Flor de David!... 

María Madre - Gloria Fuertes 

La Virgen,

sonríe muy bella.

¡Ya brotó el Rosal,

que bajó a la tierra

para perfumar! 

La Virgen María

canta nanas ya.

Y canta a una estrella

que supo bajar

a Belén volando

como un pastor más. 

Tres Reyes llegaron;

cesa de nevar.

¡La luna le ha visto,

cesa de llorar!

Su llanto de nieve

cuajó en el pinar. 

Mil ángeles cantan

canción de cristal

que un Clavel nació

de un suave Rosal. 

¿Quien ha entrado en el portal de Belén? - Gerardo Diego 

¿Quién ha entrado en el portal,

en el portal de Belén?

¿Quién ha entrado por la puerta?

¿quién ha entrado, quién?. 

La noche, el frío, la escarcha

y la espada de una estrella.

Un varón -vara florida-

y una doncella. 

¿Quién ha entrado en el portal

por el techo abierto y roto?

¿Quién ha entrado que así suena

celeste alboroto? 

Una escala de oro y música,

sostenidos y bemoles

y ángeles con panderetas

dorremifasoles. 

¿Quién ha entrado en el portal,

en el portal de Belén,

no por la puerta y el techo

ni el aire del aire, quién?. 

Flor sobre impacto capullo,

rocío sobre la flor.

Nadie sabe cómo vino

mi Niño, mi amor. 

A la Virgen de Navidad - Pedro María Casaldáliga 

La olvidada campana de la estrella

toca la hora del Amor, y el viento

dispersa en las tinieblas el lamento

de los cautivos y la Paz lo sella. 

Porque eres Madre, siendo aún Doncella,

y el río de tu leche es ya sustento;

porque duerme el Señor bajo tu aliento,

heno de tu campiña en la gamella: 

En la Noche del Tiempo renacido,

incapaz de decir tu dulce nombre

la Palabra del Padre hecha vagido; 

capullo de las fajas y del sueño,

tembloroso y mortal capullo de hombre

¡nuestro hermano mayor y el más pequeño! 

De cómo vino al mundo la oración - Luís Rosales 

De lirio en oración, de espuma herida

por ella paso del alba silenciosa,

de carne sin pecado en la gozosa

contemplación del Niño sorprendida; 

de nieve que detiene su caída

sobre la paja que al Señor desposa,

de sangre en asunción junto a la rosa

del virginal regazo desprendida; 

de mirar levantado hacía la altura

como una fuente con el agua helada

donde el gozo encontró recogimiento; 

de manos que juntaron su hermosura

para calmar, en la extensión nevada,

su angustia al hombre y su abandono al viento. 

Romance del Nacimiento - San Juan de la Cruz 

Ya que era llegado el tiempo

en que de nacer había,

así como desposado

de su tálamo salía, 

abrazado con su esposa,

que en sus brazos la traía,

al cual la graciosa Madre

en su pesebre ponía, 

entre unos animales

que a la sazón allí había,

los hombres decían cantares,

los ángeles melodía, 

festejando el desposorio

que entre tales dos había,

pero Dios en el pesebre

allí lloraba y gemía, 

que eran joyas que la esposa

al desposorio traía,

y la Madre estaba en pasmo

de que tal trueque veía: 

el llanto del hombre en Dios,

y en el hombre la alegría,

lo cual del uno y del otro

tan ajeno ser solía.

martes, 23 de diciembre de 2008

S H A P R A

Por  Nalo Alvarado Balarezo 

Con seguridad, muchos chiquianos hemos sido picados por el aguijón de la curiosidad para escribir sobre SHAPRA, ídolo de las cuncushpadas nocturnas en el barrio periférico de Tranca y, las pinquichidas con sabor a “bolero” e infarto antes de tiempo en el risueño Quihuillán de los años primeros y en Usgor, mágico lugar donde florece el amor a la vera del sendero.

Hace unas décadas sentado en las graderías del Montmartre, escribí la "traviesa" nota que aparece al final, sobre nuestro pintoresco personaje, la que compartí a fines del siglo pasado con los primeros cibernautas chiquianos. De ahí para adelante hice algunos garabatos que duermen el sueño de los “injustos” en el viejo cuaderno

 “Minerva” de mis recuerdos gratos; cuyas razones, las explico párrafos abajo. Hoy, esas líneas talladas en pellejo sin poros, se encuentran guardadas en lo más profundo de mi ser: sin sombras ni pircas caídas, donde Shaprita canta y baila alegre un huaynito como un travieso angelito de carne y hueso.

Leí por primera vez sobre Shaprita, al amauta Rubén Barrenechea Núñez (Revista Oficial del Club Chiquián Nº 1 - 1975 SILUETAS - CHIQUIANAS - “SHAPRA”), cuya pluma lo describe así: 

“Ese que veis ahí gesticulando y alzando los hombros a cada tres palabras ante algún desorientado forastero es Shapra. Apenas más alto que un enano, tiene la barba negra y desordenada, la boca verdosa y la ropa ajada, muy grande, lameando en su cuerpo esmirriado. Ha sido el primer y tal vez el único cicerone o guía turístico de mi pueblo. Con un habla caudalosa y audaz aprisionada por una entonación de sorprendentes matices costeños, conquistaba prontamente la simpatía y la confianza de los foráneos hasta convertirse en el insustituible elemento de los primeros enlaces. Todos lo recordamos dado de modo espontáneo a esta actividad, pero nadie, que yo recuerde, lo alentó ni le agradeció a nombre de la ciudad la utilísima función social que llenó por un tiempo de modo tan pintoresco como eficaz. Y como era -esto dicho sin ironías ni retintín- una persona importante y visible -¡y vaya si lo era!- andaba siempre, sin que nadie lo llamase, entropado con las autoridades y notables del pueblo en toda ceremonia cívica o religiosa. Y sobresalía entre el concurso por sus "quimbas" y la implacable seriedad con que asumía su papel de ciudadano connotado. Yo te admiro, Shapra, porque supiste encarar la vida con la pulcra responsabilidad que a tantos, que no son tronados como se te juzgaba, les falta irremediablemente. Y las noches eran muy, pero muy suyas. Sigiloso e invisible en las antiguas calles chiquianas donde los farolillos apenas despedían guiños de luz, aparecía inesperadamente con el poncho plegado como un pañolón sobre los hombros (jamás lo vi usarlo de otro modo), un carrillo abultado por el bolillo de coca que masticaba y un "¡buenas noches¡" susurrante que helaba la sangre. Ahora a tantos años de su desaparición me pongo a pensar en todo lo que habrían visto los ojos de Shapra. !Qué de citas clandestinas! ¡Qué de conjuras! ¡Qué de incursiones sospechosas! ¿Ya cuántas damas con el honor a punto de marchitarse y a cuantos honorables señores y recatados jovencitos naufragando en el barro común que pisa sin contaminarse la gente humilde!, Con razón, Shapra se paseaba por el pueblo con el desenfado triunfante de quien se siente  dueño absoluto de la vida y los secretos de los demás. Pero no fue por miedo ni por agradecimiento que a su entierro concurriera el pueblo en masa. Fue porque Shapra, el menudo hombrecillo oropuquino que se ganaba la vida llevando bestias de los “mistis” a los alfalfares circunvecinos, acarreando basura a los corrales suburbanos, faroleando a los turistas y cobrando “cupos” por secretos guardados, fue un hombre de carne y hueso, con un sello inmenso de autenticidad humana. Fue porque en su vida no hubo mixtificaciones ni olores de trastienda. Fue porque Shapra, el inolvidable “chiflado” chiquiano , iluminó a su pueblo por un tiempo con la alegría traviesa de sus andares afectados, de su habla jugosamente petulante, de sus pícaros huaynos –crónica viviente y escandalosa- entonados a todo pulmón por las desoladas calles del pueblo. Fue porque se sintió parte de una comunidad, y vivió de ella y para ella con la pureza de un corazón simple y tierno." 

También leí en dicha revista. las “PINCELADAS” del anecdotario de nuestro recordado amauta Antonio Zúñiga Alva, donde bajo el título: SHAPRA” – LECTOR DE PERIODICOS, fluye: 

“SHAPRA”, era el sobrenombre de un personaje chiquiano muy original. Su nombre: Manuel. Muy conversador, manejaba el castellano y el quechua “salga como salgara”. Aun cuando era analfabeto, pasó en algunas ocasiones como miembro del Concejo Municipal de Chiquián, como Instructor Militar en el pueblito de Mahuay, donde hizo marchar un domingo a los movilizables, ordenando que en la libreta de los asistentes estampara su sello el Teniente Gobernador. Una mañana se hallaba en una de las bancas de la Plaza de Armas de Chiquián leyendo un periódico. El Sub Prefecto de la Provincia, don Rolando, que acertó a pasar cerca de él, le dijo al notar que sostenía el periódico al revés: ¡Cómo SHAPRA! ¿Puedes leer con el periódico boca abajo?...Si, pues don Rolando: “el que sabe sabe” contestó SHAPRA sin inmutarse... Don Rolando casi sin castellano, prosiguió su camino.” 

Siguiendo las huellas de las dos impecables plumas chiquianas traté de averiguar sobre la identidad de Shapra, pero me llené de nombres y apellidos diversos, tanto en Lima como en 'Espejito del cielo'; hasta que llegué al manantial principal, ubicado en Jr. Alfonso Ugarte de Chiquián, donde reside su hermana Macshi. Ya en el lugar, tuve una larga charla con ella, donde obtuve la información requerida; pero al escuchar las palabras de Pamela (sobrina de Shaprita), sentí que una aguja de arriero se me incrustó en el corazón, pues la adolescente, quien ha oído habladurías sobre su tío, pide que además de su ropaje y fisonomía, se hable acerca de sus cualidades de hombre de bien.

Sé que no hay manera de medir el sufrimiento; pero el pedido de Pamela me dejó pensando, pues se tiene que estar entre su piel y sus sentimientos para sentirlo y entenderla, como se desprende de lo que antes de despedirse me dijo: “Amigo Nalo, ¿si en vez de mi 'desarrapado' tío, aquel lector de periódicos al revés hubiera sido algún notable del pueblo, habrían comentado con sorna, tantos paisanos de él?. 

Personalmente recuerdo a SHAPRA: sentado en el patio de mi casa mirando los periódicos que mi papá traía cada dos días de la costa para el deleite de los paisanos; más nunca pude percatarme si sabia leer o no. Lo que sí viene a mi memoria, es que de hojeada en hojeada se reía a carcajadas y comentaba a viva voz sobre lo que estaba viendo con los “ayundantes” del servicio de transportes de la familia. 

Inclusive he conversado con personas de la época sobre la 'lectura al revés” del que hacía gala Shaprita, y mi sorpresa fue mayor al escuchar a más de 50, afirmando ser testigos del momento en que don Rolando Estremadoyro Vigil lo “ampayó”... ¿es que el ampay ocurrió durante una procesión?, me pregunto. Lo cierto es que medio siglo después, su mejor discípulo es el líder del país más poderoso del planeta, quien también lee al revés.

Pero, ¿por qué es difícil hacer precisiones sobre 'la vida y milagros' de SHAPRA?. Es muy simple: hay vidas especiales que no se pueden describir jalando hilachas que flotan en el aire, ya que nuestro común amigo no fue una marioneta de trapo, sino un hombre con entrañas que caló profundo en el sentimiento popular, ganándose un sitio en el corazón de todos; por eso lo recordamos como el más bello símbolo de una época que marca, cada vez con más fuerza, el paso redoblado de nuestras vidas que van doblando la esquina de la tarde.

SHAPRA, es como el amor furtivo que rehuye a las explicaciones, es el Aynín que murmura a nuestro oído haciéndonos retrotraer el tiempo de ese “niño viejo” que llevamos muy dentro los que ya pintamos canas. Es el rumor incierto y el aliento tibio que acaricia los sentidos. Es la resonancia que va más allá de los sones de la banda que interpreta: “30 de Agosto en la plaza de Chiquián, tú me hiciste un juramento de amor...”; ese sonidito hechicero que se prolonga como el eco y se va metiendo tembloroso en lo más recóndito del alma viajera, cambiando el rumbo de nuestro vuelo y fijando el norte de la brújula en 'Espejito del cielo'.

Es también como un cuadro que de lejos parece un paisaje inerte, pero cuando nos acercamos  sentimos una  emoción indescifrable, porque bajo el lienzo late el corazón del pintor, con un ritmo que solo puede escucharse con la mente en blanco. Por eso, pretender llegar a conocer a SHAPRA y descender tan hondo donde las sombras no existen, es arañar la superficie de su vida y nada más. El sobrenombre de SHAPRA, es algo que de por sí deslumbra, razón de más, por el que nadie lo olvida, como sí ha ocurrido con algunos “notables” que intentaron perennizarse fuete en mano, pero que sus huellas no marcaron hitos de historia ni memoria colectiva. 

Para muchos, Shaprita fue un hombre trabajador, alegre, campechano y bonachón, para otros: un romántico enamorado de las cosas simples de la vida; sin embargo, muy pocos comentan sobre las razones de su dicha de vivir en paz, porque ese secreto se lo llévo a la tumba; esa doble virtud que únicamente poseen los que nacen con algo divino en las venas, que es el origen de su grandeza, cualidad que no se mide por el tamaño físico que es altura y nada más. 

Escribir sobre él, en su justa dimensión, es trabajo de orfebres de varias generaciones de paisanos, pero sin esa cirugía con formol que diseca los ideales de una época de oro chiquiana, pues hacerlo así, sería cavar insondable su sepulcro que pocos conocen y alguno visita. Sólo sé que SHAPRA no tuvo vocación de erudito y que de la vida sabía por su sensación de ser humano y no por lo que pudo haber leído al revés, como las obras de bien que hallan asilo generoso en los latidos amigos. Ya el tiempo rasgará el poncho que es su voz, para irnos descubriendo el secreto de su vida, que es su eco... todo depende de nosotros, como herederos de su legado de jaratanta con sabor a chumpac de tinyaco maduro.

'Shaprita, cuántas veces al pie de las raídas pircas aguardabas para esquilar vellones y encontrar cuerpos que en vaivén gemían; cuántas veces la luna plateada malogró tu faena de espía cuando tras un aliso asomabas furtivo y el paso acelerabas cautivo, buscando las sombras pisando frutos blandos de colon, ortigas y acelgas con huellas de algún siki roqueño. 

Tú jamás dormías, pues vagabas en el limbo de tus sueños misteriosos sin vigilias ni insomnios, de noches frías que lloran, ríen, odian y aman, aguardando como fiel centinela el resplandor que deja un rayo que parte el cielo en dos, para que tus ojitos puedan ver que el mundo redondo ruede sin rumbo de tumbo en tumbo sin tombo que lo detenga. 

Dime SHAPRITA lo que sentiste en cada noche de ninacurus ciegos donde reinaba la oscuridad cómplice, cuando una pallita con su traje de Eva suspiraba y gemía por los platos rotos, la nata derramada y la metida de pata con palo de escoba que no barre ni limpia conciencia ajena. 

¿Acaso la impotencia de no poder hacer nada te asfixiaba frente a la tragedia de una virginal criatura que lloraba por su mandolina rota después de una serenata sin luna, que después viste vagar por las callecitas estrechas como alma en pena, caminando con la barriguita llena, mientras apoyabas tu frente en el frío cristal de tu ventana invisible?. 

¿Cómo habrás sufrido amigo mío, viendo deshojarse los pétalos de la hermosa flor silvestre que en una noche sin estrellas marchitó 'pinocho' y fue arrastrada por el viento con silente quebranto, que el eco repitió con arrepentimiento, de aquella o aquel que viste, oíste, comprendiste y que jamás señalaste con el indice acusador como buen heraldo blanco del silencio y fiel defensor de las honras ajenas?. 

Parafraseando al maestro Rubén Barrenechea, cuántos habrán querido ver lo que tus ojos de ninacuru observaron tras las cortinas grises de la noche, lo que tus llanques y rodillas de shulaco rampante trapearon y tu corazón y alma de tinyaco macho sintieron; sólo el Indio Peruano y su carnal Mudito de Huasta lo saben”.

Esta breve nota amigo chiquiano, no es más que un modesto tributo de cariño y gratitud a un ser humano que lo dio todo sin esperar nada a cambio, caminando de aquí para allá, sin cansancio por senderos oscuros, y que hoy transitamos alumbrados por su luz, que aunque tenue ya, nos da tierno abrigo. 

No veamos en Shapra la espuma que flota en la superficie, menos recojamos esa espuma de río como pompa de jabón y la lancemos al viento de donde recogerla sin romperla es imposible; y no olvidemos que hay tres tipos de espejos: cóncavos, convexos y planos... él, se refleja en el tercero en toda su dimensión de “PEREGRINO DEL SENTIMENTO ALTRUISTA CHIQUIANO”. 

AMIGO MANUEL ÑATO VALDERRAMA Contunúa descansando en paz a la diestra de DIOS.

Adviento tiempo de espera y Natavidad

Por Javier Romero Sánchez.

Estamos en pleno tiempo de adviento, esperando con mucho amor el nacimiento de Jesús. Posiblemente para muchos, entre los que me incluyo, nos hace recordar los momentos de nuestra infancia en los que juntos con nuestros padres, hermanos y amigos acudíamos a la Iglesia del barrio para participar en las novenas y misas de gallo antes del 25 de diciembre, para manifestar nuestra alegría con zonajas, pitos de canario, matracas, los cantos de nuestros gallos y otros animalitos; también nuestras visitas a los nacimientos que eran verdaderas obras de ingenio, donde todos los caminitos, puentes, luces, prados, y flora y fauna completa se rendían ante la pareja divina que descansaba en un pesebre esperando el nacimiento de Jesús y a lo lejos venían los enigmáticos reyes magos. En nuestras casas no se hablaba sino de este acontecimiento, la mamita que ya no está, en la noche después de la cena familiar, nos contaba los pasajes bíblicos de la visita del ángel a María, de Herodes, de la huida a Egipto, de la llegada de los reyes magos. Eran realmente momentos de  especial preparación.
Creo que ese ambiente no se debe perder. Con esos recuerdos maravillosos, nos debemos preparar limpiando un poco nuestro espíritu, agradeciendo a Dios por la vida que nos dá, por nuestros padres o hijos que nos dan su amor y nos permiten amarlos, por las personas que nos brindan su cariño y amistad y aceptan nuestro cariño y amistad, por sus compañías en las reuniones y de sus mensajes en estos momentos modernos, por sus consuelos y sus sonrisas y palabras nobles que alimentan nuestra alma; y también para darnos fuerza para saber perdonar los agravios y aceptar las disculpas con nobleza, a actuar con modestia y desterrar la soberbia.
Elsi y yo, queremos entregarles todo nuestro cariño por esta Navidad; que el niño Dios proteja sus hogares y el año que viene sea mejor que el presente.
Un abrazo
Javier Romero Sánchez

Los tiempos de “Foronda de oro”.

Por Pichisanka. 

Cuando Huaraz era un pueblo feliz e indocumentado, los niños podían correr por sus calles sin que los carros los atropellen, porque prácticamente no existían las “station wagon”, que es como se les llama hoy a esos vehículos que pululan en la ciudad. Era una pequeña ciudad ahora inimaginable, porque sonaba silenciosa; no se escuchaban bocinas y menos los horripilantes sonidos de las actuales alarmas, que simulan chirridos parecidos al que daría un cuy ante un pisotón.

En esos tiempos, lo más perturbador en las calles de Huaraz era el olor a pan de la “Panadería de Roberto” y algunos ladridos de perros chuscos, es decir, sin ancestro conocido a diferencia de los canes nobles de hoy. Los vecinos se saludaban y todos se conocían, lo cual hoy en día sería también un problema porque no se podría pasar de incógnito, ni encubrirse en las sombras.

En ese escenario recorría las calles de Huaraz un personaje delgado, de mediana estatura, de pelo lacio descuidado que tendría entre 20 y 30 años. Y estaba profundamente desquiciado, o por lo menos es lo que todos creíamos entonces.

La gente de ese tiempo conocía a este personaje por su apellido que era Foronda, quien además caminaba con una varita, más bien un palo, en la mano. La fantasía real de Foronda era creer que lo que tocaba la varita se convertía en oro, lo cual lo convertía a él mismo en una suerte de Rey Midas. Y eso le valía al apelativo de “Foronda de Oro”.

Pero “Foronda de Oro” no era simplemente un loco. No era violento, ni menos agresivo, era incluso cordial. Muchas veces, a la gente que reconocía le ponía la varita delicadamente sobre el cuerpo pero sí reclamaba que se quedara quieta, porque en su lógica, ya no era más humano sino una estatua, pero de oro.

También Foronda deliraba con la ciencia y se creía un científico. Dibujaba una especie de pez, algo así como dos líneas curvas entrecruzadas que llamaba “La Perfectible”. Explicaba que en la proyección de los hechos, que cuando las líneas se cruzaban lo que estaba arriba se ponía abajo y entonces se destruían, pero otra vez renacían y así con el “corsi ricorsi” se iba construyendo “La Perfectible”.

Este singular personaje desapareció silenciosamente, no sé cuando. Pero ya no estaba en el atardecer de mayo de 1970, en que empezó la noche del tiempo. Podría ser que murió o simplemente “se mejoró” de su locura y dejó de imaginar fantasías reales, lo que para un loco real es también equivalente a dejar de vivir.

Cuando volvió a amanecer, Huaraz ya no era la misma. “Foronda de Oro” no estaba. El pequeño pueblo se había destruido completamente con el peor cataclismo de la historia, que no permitió saber siquiera cuántos fueron realmente los que murieron. Mejor dicho las líneas se habían cruzado, como decía Foronda. Los de arriba estaban abajo y los de abajo ahora estaban arriba. El pueblo con olor a pan se convirtió en una ciudad más cercana a un tugurio, por desordenada y sucia con olor a basura. La gente ya no saluda, los honestos se confunden con los delincuentes.

Pero eso no era todo en nuestra pequeña historia. Después, un día cercano en los nuevos tiempos, volaba un pequeño avión en los cielos de Huaraz. Y, curiosamente se apreciaba un instrumento semejante a una varita que pendía de sus alas. En su vuelo la nave se acercaba a los cerros y parecía que buscaba que la vara oscilara. Me explicaron que era la forma de detectar oro y que lo hacían como prospección minera de nuevos yacimientos. Es decir: los cerros de Huaraz eran de oro.

Foronda no está y tampoco nunca más supe nada de él desde que empezó el atardecer. Pero hoy en el nuevo día puedo comprobar que sus fantasías eran reales. Huaraz se destruyó y renace; la varita de Foronda debió de tocar los cerros que circundan la nueva ciudad, porque se volvieron de oro. Solo falta que el ir y venir de la historia lleven a nuestro amado pueblo a la “Perfectible”, como decía “Foronda de Oro”.

‘Foronda de Oro’ no era simplemente un loco. No era violento, ni menos agresivo, era incluso cordial. Muchas veces, a la gente que reconocía le ponía la varita delicadamente sobre el cuerpo pero sí reclamaba que se quedara quieta, porque en su lógica, ya no era más humano sino una estatua, pero de oro.

Fuente: Revista ASTERISCONúmero 19 - Cuarta Etapa Agosto 2007.Fundador: Francisco Gonzáles. Director: Aníbal Landauro

lunes, 22 de diciembre de 2008

Pedro Pablo Atusparia

      Rebelión en el Perú

Libro de Julio Olivera Oré 

La cultura indígena peruana ha dejado huellas indelebles que superviven. Huellas de un sabor tan antiguo que su influencia da aún contenido y vida a la fábula o la leyenda, a la tradición y a la historia. Una sutil y persistente raigambre de antigüedad y nobleza brota como de fuentes míticas y legendarias dándole un sortilegio de magia y pátina. Influjo y brote que

 tienen su ambiente más propicio en la serranía de Ancash. 

                                    La raigambre indígena es lo único nacional que nos emociona. En todo el país está extendido este sentimiento. Nuestra modalidad social, artística y filosófica, se inspira y parte de lo indio. La cultua de occidente nos ha traído su barniz elocubrante, pero el alma nacional con toda la fuerza de un sino 

arranca de lo indio. La Comunidad Indígena y el Paisaje Andino son únicos. Su acción ha creado en el país una realidad y un sentido histórico cuyo contenido ideológico informa nuestra personalidad y nos salva del anonimato. 

                                    Lo indio viene de muy atrás y va más allá. El Ayllu es su célula viviente. Pervive en el Perú como una entelequia y se alza hasta un plano metafísico. Lo indio nos rodea y nos acicatea, está en el agro, en la vida social, en el arte y hasta en la religión. Lo indio nos informa un carácter y pone su nota emotiva en el alma. La técnica de otras culturas no alcanzarán sino variar los modos de objetivación pero jamás podrán modificar el espíritu indio. Sin lo indio el Perú no tendría su raíz o savia. Los pueblos de América tienen en lo indio su razón de ser. Pueblo que ya no la tiene o no la tuvo es un pueblo que no tiene conciencia clara de su destino. 

                                    Por muy evolucionado que este lo indio quedará su huella inconfundible, El cholo, el roto, el mulato, el gaucho, el Cariaco y el cawboy tienen la energía india que los identifica a simple vista a pesar de su aparente transfiguración. 

La inquietud social del Perú se nutre de lo indio: el panorama de las masas trabajadoras deja su sabor indio en la sierra, en la montaña y en la costa. La literatura y la música, la pintura y la escultura tienen su inspiración más fuerte en el tema de la vida india. Es ya innegable en el arte la influencia de lo indio. Nada hay de original en nosotros sin él. 

                                     En todo instante lo indio ha exaltado el espíritu. Miranda en 1790 presentó al Ministro Pitt su plan de emancipación coronando a un Inca bajo el protectorado británico. El 2 de agosto de 1816 el General belgrano proclama a sus tropas la vuelta del Inca. El propio José de San Martín miraba con simpatía este retorno. En Ancash la Revolución de Atusparia, fué el brote y una nostalgia de lo indio. 

                                    El indígena es una estampa del paisaje andino. Su fisonomía se ha conformado con los elementos de la naturaleza; ora tiene la apacible ternura de su cielo arrobador y la sonrisa exquisita de sus prados, ora el hieratismo de sus cumbres pétreas y la ira despiadada de las tormentas. Cuando el indio ha sido tocado por el amor es capaz de los más sublimes sacrificios. Nada iguala a su constancia y valor. Las pagras o rima-rimas inaccesibles o los pichones de paloma o de vultúridos raros son sus ofrendas más inestimables. El cariño se hace sensible y noble. Pero también es terrible y fatal. La inclemencia de la puna y la aspereza de sus moles o el vericueto de sus quebradas lo han hecho astuto y borrascoso, soporta la opresión y el abuso sin inmutarse: una secreta rebelión alienta su destino y está pronto a estallar. 

                                     Después de la guerra con Chile, el Perú atravesaba por graves problemas económicos y una de sus consecuencias fue acentuar la explotación indígena. Los patrones y mandones querían rehacer su fortuna a costa del abuso. Se recargaron las faenas y repúblicas y se hizo el servicio extensivo en favor de las autoridades y principales; los diezmos y primicias, las pitanzas y regalías fueron exigidos por la fuerza. Y finalmente pesaba sobre el indio la contribución personal de dos soles, excesiva si se tiene en cuenta el costo de sus gastos y su mísera remuneración de cinco a diez centavos diarios. 

                                   El indio no tenia ningún derecho, pero si todas las obligaciones, su condición se había rebajado mucho más que en la Colonia, era algo así como un semoviente del latifundio. En la venta de la propiedad el indígena era incluido como un elemento anexo. Las clases dirigentes para nada consideraban a la familia indígena como que no fuera para arrancar a sus hijos para el ejército o el obraje o a sus hijas para la servidumbre y la deshonra. En resumen el indígena era un despojo humano, víctima de la altanería y de la vejación del mestizo. Esta extorsión y explotación logró despertar al indígena de su habitual apatía. Entonces la iniquidad, la opresión y el vilipendio lo exasperaron y lo hicieron estallar.

                                  Bajo la iniciativa de un indígena de Marián, Pedro Pablo Atusparia, todos los alcaldes de las estancias de Huaraz presentaron su memorial al  Prefecto Sr. Francisco F. Noriega, solicitando la supresión de la servidumbre y la abolición del tributo. Era un pliego completo de sus amarguras y la declaración de sus derechos y reivindicaciones. El sistema oligárquico representado por la persona del Sr. Prefecto no pudo menos que condenar la osadía indígena. El delito de reclamo fue condenado al látigo. Un sargento de la policía, el "Zambo Vergara", flageló a Atusparia. El estoicismo del indígena exacerbó al sicario hasta el ensañamiento. Los demás alcaldes que se presentaron ante el prefecto demandando la libertad de Atusparia no pudieron conseguir sino que la vejaran. Pues se ordenó que se les cortara las trenzas, símbolo de su autoridad y nobleza. 

                                    Libre Atusparia unió su indignación al de sus compañeros y mientras el Prefecto se ausentaba a Aija, se dedicó a organizar la  revolución. Pronto los cerros se cubrieron de enfervorizadas masas indígenas. Reunidos en Marian, designaron a Pedro Pablo Atusparia como delegado. La aversión al abuso y la humillación del último resago de su dignidad empujó a los indios a correr el albur de una aventura, tentada ya en la Colonia con la insurrección contra el Visitador General de la Real Hacienda, don José Antonio de Areche, cuando era Corregidor de Huarás el Márquez de la Casa Hermosa. 

                                    Los rebeldes tomaron el Castillo de Pumacayán, el 1ero de marzo de 1885, encargando su defensa al indígena Pedro Granados. El Gobernador José Collazos en ausencia del Prefecto y t la inacción del Sub-prefecto preparó un batallón de artesanos y puso a disposición del Coronel Vidaurre 100 hombres armados y, que unidos a los 125 de línea y 70 de caballería sirvieron para hacer frente a la sublevación. Los indígenas apenas tenían una que otra arma de fuego, los demás esgrimían sus bastones e instrumentos de trabajo; entre ellos había licenciados que se encargaban de dirigirlos. El 2 de marzo Collazos rompió el fuego y atacó las fortificaciones del Castillo. Hubo una sangrienta carnicería en las filas indígenas; las armas de fuego abrían boquerones .Las escenas de valor enardecían los ánimos. El indígena Ángel Bailón, cuñado de Atusparia, organizó la artillería pétrea del castillo e infirió enormes bajas. Pedro Granados con su honda descalabraba a los asaltantes y las piedras del morro se cernían como una lluvia sobre los invasores. La caballería a ordenes del Coronel Vidaurre no lograba operar y horrorizada por las pedradas y galgas se retiró. El ejército indio se precipitó tras los fugitivos. En las fuerzas de Collazos cundió el terror y pronto sobrevino la retirada. Los indígenas los persiguieron y tomaron los barrios de La Soledad y San Francisco, que en vano Collazos trató de recuperar. El día 4 la invasión se extendió a toda la ciudad. No hubo cuartel para los vencidos. La ferocidad del indio no tuvo límites. El Zambo Vergara fue decapitado. También fueron victimados los Capitanes Delario y Protasio Gonzáles, los oficiales de la Roix, Smit y Lazarte y todos los valientes que pretendieron detener la invasión..La ciudad fue puesta a saco. Muchos de los expoliadores de indígenas fueron fusilados. Los desmanes y depredaciones de la multitud enfurecida alarmaba a la población. Solo el sacerdocio católico encabezados por los Presbíteros Fidel Olivas Escudero y Amadeo Figueroa lograron calmar la furia indígena.

                                                       El Coronel Vidaurre y el Gobernador Collazos huyeron a Recuay. El Prefecto que se encontraba en Aija al saber del levantamiento, en un rasgo de orgullo e insensatez pretendió regresar a Huaraz, pero en Recuay los indígenas casi lo linchan y no tuvo más camino que el de la fuga, ruta ineludible que el destino señala a todos los déspotas y tiranos. En compañía de Collazos se embarcó por Huarmey rumbo al Calláo, dejando atrás los alaridos de la rebelión que su perfidia y temeridad desencadenaran. 

                                       Apaciguados los ánimos y satisfecha su venganza los indígenas asumieron el gobierno de la población. Atusparia supo colocarse a la altura de las circunstancias críticas del momento y para conjurar la anarquía y establecer su gobierno nombró como Comandante General al Dr. Manuel Mosquera y como secretario al periodista e intelectual Luis Felipe Montestruque, célebre redactor de "El Sol de los Andes", que muriera más tarde en la refriega revolucionaria.

                                     Atusparia impuso su autoridad sin admitir objeciones ni distinciones. El jueves 12 de marzo se instaló el nuevo Concejo Municipal Revolucionario de Huaraz bajo la presidencia del Dr. Federico Olivera. Entre tanto la revolución avanzaba. El 16 de marzo Pedro Cochachin, llamado "Uchcu Pedro", caudillo carhuasino y lugarteniente de Atusparia en compañía de Mariano Valentín invadía Carhuaz y lo sometía al nuevo régimen, estableciendo enseguida su cuartel general en Mancos. Una avanzada al mando del indio José Orobio, fue rechazado por la guardia Urbana de Yungay. Este triunfo estimuló y decidió el envío de un destacamento de observación al campamento indígena, pero en Ranrahirca fue destruido. La indignación de La Guardia Urbana fue tal que fusilaron al mestizo Simón Bambarén, hecho prisionero en el ataque de Orobio y sindicado de facilitar la invasión indígena. Mosquera y Atusparia reforzaron las huestes revolucionarias; y, no habiendo la Guardia Urbana aceptado la rendición de la plaza fue tomada la ciudad a sangre y fuego ( la ciudad de Yungay), pese al heroico gesto de la resistencia organizada por don Rosas Villón. La defensa de la población costó las vidas ilustres de don Fernando Arias, Rosas Villón, Félix Díaz, Claudio Navarro y de centenares de ciudadanos más. 

                               Sometido Yungay las fuerzas de Atusparia invadieron Caraz, quedando con ello consolidado la dominación de todo el Callejón de Huaylas. Las demás provincias de Ancash se plegaron al nuevo régimen y hasta los indígenas de Ayacucho, Junin,Húanuco y Cajamarca enviaron delegaciones anunciando su adhesión. 

                               Atusparia volvía victorioso a Huaraz y el homenaje de los pueblos despertaba su ambición de poderío y dominio. En la mente del caudillo se gestaba la idea de restauración del gobierno incaico y los áulicos del nuevo monarca explotaban el ensueño del indígena y medraban al amparo de su buena fe. 

                              La actitud de Atusparia conmovió la República; en todas las Comunidades de Indígenas del país se organizaban conciliábulos secretos para apoyar la insurrección. El ambiente se poblaba de rebeldía y de evocación. La memoria ilustre de los Incas sustentaba la esperanza y el recuerdo del heroísmo de Manco y Cahuide exahtaban las fantasías. El gobierno del General Iglesias enterado de la sublevación por don Agustín Antunes, nombró al Sr. Don José Iraóla como Prefecto de Ancash y envió una expedición a ordenes del Coronel Callirgos. El ejército se componía del Batallón Canta de 400 plazas regulares, de 300 celadores de Lima y a ordenes de un Coronel y de una pieza de cañón a cargo del teniente Regal. El 13 de abril desembarcaron en Casma. Un destacamento comandado por el Coronel Gonzáles fue rechazado por Uchcu Pedro en Chacchán y perseguido hasta cerca de Casma. Las poblaciones de la costa temblaron ante la amenaza de una invasión indígena. El mismo Prefecto se veía en la necesidad de resguardarse en Chimbote. Mientras que Uchcu Pedro organizaba trincheras en la Cordillera Negra los mestizos de Huaraz, temerosos de la dominación indígena, se ponían al contacto con el ejército invasor y delataban las maniobras de los rebeldes. Es así como el Coronel Callirgos ingresó por Quillco a Yungay, pese a la resistencia ofrecida por Uchcu Pedro y la victoria de los indígenas en Matacoto. Sin embargo Uchcu Pedro se mantenía en las cercanías de Yungay en espera de los refuerzos de Mosquera, que acantonado en Carhuaz se había dedicado a la orgía. Pero Atusparia decidió personalmente entrar en campaña y avanzó hasta Yungay,  no sin antes haber destituido a Mosquera del cargo militar que se le hubiera confiado. En la noche del 21 de abril el ejército indígena ingresaba a yungay bajo el mando de Granados, Montestruque, Bailón y José Orobio. Al amanecer se extendió la lucha por toda la población. Bailón caía al pasar el puente y Montestruque era atravesado por una bala en su puesto de comando. Heridos Atusparia y Granados decidieron retirarse a organizar la resistencia en Huaraz. Uchcu Pedro y Orobio que se habían replegado en las alturas volvieron a atacar el DIA 22, continuándolo hasta el 29 en que emprendieron la retirada a Huaraz. En estas refriegas fue hecho prisionero José Orobio y fusilado de inmediato. Mosquera poseído de pánico pretendió capitular y huir. Pero descubierta su felonía fue depuesto por Uchcu Pedro. La tropa se mofó y lo ridiculizó y degradado y menospreciado se asiló en la impedimenta del ejército indígena, sumiéndose en la embriaguez alcohólica para soportar las humillaciones y vejaciones de que era víctima. Así terminó la historia de este triste personaje, que medró al amparo de la sublevación indígena, pretendiendo en todo momento convertirlo en una montonera en favor de Cáceres, en la rebelión contra el gobierno del General Iglesias. 

                                   En Yungay el Coronel Callirgos normalizó la vida de los pueblos del callejón de Huaylas y emprendió su marcha a Huaraz donde ingresó el 3 de mayo aprovechando la ocasión de que los indios estuvieran distraídos en la procesión del Señor de la Soledad. Aquél día se libró una de las más sangrientas batallas de la revolución. Los indios se cobijaban tras el anda mientras el fuego los barría. La masacre fue espantosa. Atusparia caía herido nuevamente. Uchcu Pedro logró escapar pero el 7 de mayo volvía a asaltar al enemigo en su cuartel del Colegio de la Libertad infringiéndole apreciables bajas. En seguida pensó atacar la ciudad por sus dos extremos, para lo que puso al frente del ejército de la Cordillera Blanca al Teniente Coronel Justo Solís quien traicionando a Uchcu Pedro, capituló ante Iraola. El mismo Parlamento presidido por el presbítero Olivas Escudero intimó la rendición a Uchcu, pero ni éste ni su estado mayor aceptaron y, vencida la tregua un tiro de fusil anunciaba el comienzo de la batalla. Uchcu Pedro el 11 de mayo con el grueso de su ejército ingresó a la ciudad y tomaba el barrio de Huarupampa. Un combate encarnizado que terminó en la noche con la retirada de los indios puso fin a la lucha. La eficacia de las armas de fuego superó a las macanas de los indios. Miles de estos fueron masacrados y el horror de aquella noche cayó sobre los indios como una fatalidad. Sobrevino la dispersión de los demás. Pero Uchcu Pedro volvía a aparecer en la cordillera Negra. Sus perseguidores encabezados por el Sub-prefecto Duffo se apostaros en la casa de don Francisco Arteaga, compadre de Uchucu Pedro, y consiguieron que este invitara al caudillo y tras embriagarlo lo entregó a sus enemigos. Los destacamentos enviados en su persecución fueron diezmados. En las alturas de Huaylas se unía con las montoneras caceristas de Trujillo y alcanzó con éstos capturar la población. Pero el 24 de agosto perdían la Batalla de Mato y Uchucu se vio precisado a remontarse a la puna. Con el deseo de pertrechar a su tropa se encaminó a Quillco . Trasladado a  Casma fue fusilado el  30 de Septiembre a inmediaciones del Templo. Indio altivo y enérgico rechazó la conmiseración y tuvo antes de morir el arranque de Cambrone en Waterloo. Un día antes hizo su testamento, ante el escribano de Casma, don Francisco Hurtado en el que dejaba para sus 8 hijos sus tierras de "Ataquero" y dos bocas de mina que rendían 30 marcos por cajón.

                                     Los mestizos victoriosos no fueron menos feroces que los indios. Los vencidos fueron masacrados y, para ahorrar los proyectiles se apilaron indios a los muros del cementerio o se les ponía en fila para atravesarlos a balazos. 

                                      Debelada la revolución el Mariscal Cáceres  tuvo interés en conocer al caudillo que había sido capaz de tan grande gesta épica. Y ante el Presidente de la República, Atusparia sostuvo el pliego de reivindicaciones que había motivado el levantamiento, Cáceres conmovido por la nobleza del patricio indígena no solo lo perdonó sino que anheló que su descendencia gozara de la protección del Estado, para lo que se encargó de la educación de su hijo Manuel Ceferino Atusparia Itauri. 

                                     La sublevación indígena acuñó para la inmortalidad las efigies de Atusparia, Uchcu Pedro, Felipe Montestruque y Fidel Olivas escudero. 

Atusparia fue el genio de la política y lamponderación; su austeridad y mesura salvaron a los pueblos de la exacción y de la masacre indígena. Mientras Uchcu Pedro era el genio de la guerra, Atusparia era el del gobierno; mientras aquél se imponía por la fuerza, éste usaba la bondad; el uno acusab a terror y el otro simpatía; feroz y sanguinario Uchcu Pedro, apacible y prudente Atusparia. Por distintos caminos ambos iban al sacrificio: el uno por el de la temeridad y el otro por el de la cordura. Mientras Uchcu Pedro expiraba fusilado, Atusparia moría envenenado (Marian 25 de agosto de 1887 y sus restos reposan en el Cementerio de Belén de Huaraz). El uno fue escarnecido y el otro incomprendido. 

                                          Felipe Montestruque fue como el númen de un ensueño. Dio a la Revolución un contenido poético. En "El Sol de los Andes" exaltó los valores de la raza y delinéo los alcances de la Revolución. Y mientras sus manos sostenían en la guerra una arma de combate, su alma declamaba odas homéricas. Un tiro de fusil en el pecho inmortalizó al vate y su gesto de héroe fue su último verso de poeta.  

                                         El presbítero Fidel Olivas Escudero fue la providencia de los pueblos. Interpuso su bondad y caridad ante la ferocidad indígena. 

El levantamiento de 1885 no fue obra estéril. Ha quedado como una lección de heroísmo y genialidad y cada vez que el abuso se entroniza y saca a relucir su torva ambición, el recuerdo de los indios y su amenaza latente hace temblar a los déspotas. 

                                        La reseña de éste levantamiento en las cumbres andinas es como un brochazo de rebeldía en el paisaje. Igual que una tormenta o un cataclismo la sublevación dejó en el escenario la estela visionaria de una pincelada roja.

Julio Olivera Oré

Humberto Chávez Bayona

El Pintor Ancashino Es Condecorado Con Las Palmas Magisteriales En El Grado De Educador 

El destacado pintor y maestro fundador de la ESCUELA REGIONAL DE BELLAS ARTES TEOFILO CASTILLO DE HUARAZ, también fue su primer director y dirigió el taller de las primeras promociones , hasta los comienzos de la década de los 80, formando pintores que hoy tienen una trayectoria conocida en la plástica peruana a nivel internacional, siendo uno de los mayores aportes a la nación, impulsando la orientación plástica y cultural del departamento y del Perú, desde estas tierras donde tuvo también su origen la pintura sobre en la civilización Chavín. la asociación de artistas plásticos de Ancash y sus ex alumnos de las primeras promociones de la escuela regional de bellas artes de Huaraz, celebran este justo reconocimiento del gobierno del Perú. 

Es así que mediante  Resolución Nº 0422_2008 E.D  el Gobierno peruano otorga al pintor y maestro  don Humberto Adolfo Chávez Bayona  la condecoración de las Palmas Magisteriales  en el grado de Educador,  publicado en el diario oficial El Peruano el día 10 del presente, condecoración que será entregada hoy en forma personal. El maestro Humberto Chávez, es el gestor y primer director fundador de la escuela de Bellas Ates Teofilo Castillo de Huaraz Ancash y su primer cuerpo docente lo formo con prestigiosos maestros  como los pintores Moisés Gonzáles, José del Pino, Ricardo Mendoza, Javier Porcel, profesor de historia del arte  el escritor marcos Yauri Montero, profesor de diseño técnico el arquitecto Lorgio Sánchez, profesor de anatomía Edmundo Vargas entre otros. Recordando su labor  orientador de maestro en la formación de los primeros alumnos de la escuela de Bellas Artes, hacia el año de 1965 se le veía por las calles de la ciudad de Huaraz de aquel entonces  con  grupos de alumnos pintando los sitios mas bellos , de sus caseríos, distritos y provincias , después vendrían las primeras exposiciones , aproximando a los huarasinos, ancashinos  y turistas a conocer las obras de sus futuros artistas y otras que traía desde Lima.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Feliz Aniversario HOyC

       Hoy 18 de diciembre, se cumple un aniversario más de la creación de la Revista Virtual HOYC, ¨Huaraz, Organizaciones y Costumbres, bajo la dirección de Carlos Ramirez Cuentas¨, a quien  aplaudo en  este estrado con toda mi alegría y beneplácido.¨Fue en esta fecha que él escogió  en homenaje al natalicio de su padre don Julio Victoriano Ramirez Sifuentes, propulsor  del periodismo ancashino, quien supo honrar su emisora Radio Diamante con el fervor de un avezado cultor literario desde 1945. Así mismo recordemos a Rolando Tarazona Soto, donde se inicio como Locutor, fundador del ¨Disco Club¨ siendo su Presidente Carlos Ramírez Cuentas,

 que desde niño ya como Administrador de la Radio Diamante, promueven todas las disciplinas del deporte. Mas tarde estudiante ya en Lima, fue cofundador de la Asociación Universitaria Huarasina y forma el grupo artístico - cultural ¨Aisthesis¨, luego viaja por toda Sud, Centroamérica y el Caribe por haber trabajado en la IBM del Perú en un Sistema que participo en el diseño y su desarrollo. Siempre dedicando su vida y sembrando la amistad por los principios de una política cultural universal. El tiempo lo aquilata y da su tinte de inmortalidad. Su constancia a travez de variadas mutaciones de su vida es un don que rebalsa los estrechos moldes de la virtud. El alma de la virtud es la bondad y la bondad cubre con su manto de bien y dulzura a las emociones humanas, haciéndonos ver las cosas como a travez de un kaleidoscopio. El alma de la constancia es el amor y el amor da a la constancia un poder de providencia y misericordia, por todo esto lo recordamos y por eso , esta fecha para nosotros y para Carlos será siempre de recuerdo y expresión de fé en sus manifestaciones de cualquier índole.

 Es sin duda Huaraz uno de los principales pueblos de la Cordillera Blanca que pone un sabor bucólico a este valle. En este escenario la belleza obra por sugestión. En todo el Callejón esta fuerza esparce su fina sensibilidad y simpatía. El medio imprime su sello o estilo a la producción artística y el hombre va enriqueciendo su acervo artístico con un tesoro espiritual elaborado en milenios de años. Experiencia inédita y conjunción de fuerzas telúricas. Por esta razón, Carlos Ramirez Cuentas, esta haciendo una labor ejemplar al brindar las páginas de HOyC el cariño de toda su grandeza.

Hay una profunda diferencia de reacción emotiva entre el hombre del paisaje policromo y el hombre del paisaje agreste y monótono. En el primero hay bondad y facilidad en la inspiración, en el otro, esfuerzo y artificio, la ficción y cálculo de los efectos.

La naturaleza se ha desvertebrado como en el banco de un escultor. El Ande,  maestro de la escultura peruana está acabando de forjar la estética Americana. Sus entrañas abiertas muestran su solidez y la riqueza de la vida hasta en sus más profundas resquebrajaduras. Las quebradas angustian en el infinito repliegues de su estructura, acrecientan la curiosidad con la complejidad de sus ecos y recovecos, pueblan la mente de fantasías con su oscilación y movilidad perpetua.

       La Cordillera Blanca opone su cortina de armiño al fuego abrasador de la montaña y acaba de suavizar el clima remilgado del Callejón. Refrigerante y contralor del trópico evita la descomposición del ensueño y de la ternura. La Cordillera Negra ni tan alta para aislar, ni tan baja para borrar el relieve augusto inclina su mole gigante a la influencia de la corriente marina de la costa. En todo el valle se estrecha la visión del poniente; tampoco viene de muy lejos el levante. Aparece súbito éste y aquél se aleja inaudito. Constreñidos a mirar de cerca la vista se levanta hacia los confines apuntados por las cumbres. Pero si el horizonte es corto, la claridad es magnífica. En cambio la profundidad y la altura tienen aquí proporciones incalculables, bastos dominios que rebasan la admiración del poeta y la interrogación del filósofo. Toda la naturaleza contribuye aquí a modelar una personalidad que urge ver las cosas de cerca y que se empeña en acercar lejanías tras el cortinaje que fingen las montañas del cuadro. En este escenario la idea tiene claridades resueltas y la emoción el temblor generatriz de las grandes creaciones.

      En estas páginas de HOyC, podemos plasmar nuestros recuerdos, nuestras fantasías, nuestros quehaceres, gracias a la benevolencia de Carlos Ramírez Cuentas, quien nos invita día a día con sus frases dulces de aprecio por el Perú.

Una carretera risueña se prolonga de Recuay a Huaraz. Brocados de labor agraria engalanan el campo y el río Santa ofrece la ovación de su música. Por Aco, Mashuán, Santa Elena y Tacllán el
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panorama se ensancha y los campos revestidos de verdor ofrecen su colorido y sugestión. Las retamas hacen su aparición y bajo el influjo de su aroma se ingresa a Huaraz. El paisaje cobra un aspecto decidor. Sobre las Colinas el sol derrama pajuelas de oro y los nevados se divisan como torsos ambarinos. Sumisa, engolosinada, apetitosa con una fragilidad sensual y una pereza mimosa está tendida la pradera huarasina. El Santa y el Quilcay han ajustado su talle en una donosa gracia femenina. La población tiene un corte peculiar con sus calles angostas. Hay en ello un sentimiento de acercamiento y de intimidad.

      Por todas partes Huaraz esta cercado de campiñas. Por el occidente Póngor y Marcac le ofrecen sus estancias arrobadoras y por el oriente están Unchus, Rivas y Marián con sus abigarradas alquerías y sus panoramas nevados. Hay aquí una reverencia cósmica con la visión cercana de las auroras.

Por la quebrada de Coyllur Huaraz se elonga en los magníficos senos de una pradera impecable. El río discurre cadencias y modula acordes bajo las sombras cárdenas y violetas de la arboleda que la borda. Los bosques de eucaliptos prestan la canción de su color y de su ritmo; en las parcelas de cultivo las sementeras de trigo, de quinua y lino ofrecen coloraciones de oro, de nimio y azul que se prismatizan en la visión del paisaje. La ruta es una cinta trémula de carretera que llega hasta la Capilla de Coyllur; más arriba el camino cabriolea por la orilla del río, trepa el cerro y descorre admirables para enseguida ofrecer confines de cristal, regiones de visión y de ensueño. Presto se ingresa a Jancun, las chullpas indígenas dan al paisaje su sabor arqueológico; aparecen las siluetas nítidas de los nevados de Shurup, Huamashraju y Huarmihuañunga. El camino prosigue por la jalca y en las llanuras son sendas que se pierden en el césped o en el atolladero. El sol reverbera y bulle; el céfiro es un esquerzo melódico y las sendas se apuntalan con los caminos que orillan los ríos de Quellquehuanca y Shallap. Los acantilados de granito muestran el óleo milenario de su pátina y mientras la ruta cada vez se angustia más las cumbres exacerban con su vértigo. Al fondo de Quellquehuanca y Shallap las lagunas acunan su hechizo y dan a fulgir superficies de ámbar. La refracción solar orquesta sobre ellas una tonalidad de riquísimos matices. Por sobre las lagunas los nevados de Cuchillacocha y Yanahuagra muestran su tesoro y su canon de arte.. Los cerros agrestes y las rocas desnudas se iluminan de una rara fosforescencia y brota como mágia la belleza que exalta y vivifica al paisaje. Alguna que otra orquídea muestra su gracia peregrina mientras que por encima los quisuares dan a lucir sus hojas plateadas y sus flores de oro. El viajero que ha llegado a captar el encanto y el prodigio de estas raras estampas siente el contacto de lo bello y el transporte de lo sublime.

      De la pátina de las cumbres enhiestas, del tono verde subido y decreciente de los bosques y pajonales, de la platería damasquina de los lagos y de los ríos, del fulgor de los nevados, de los horizontes y del cielo brota el estilo y el espíritu del paisaje que deleita y anega.

    Gracias Carlos, una vez más por dejarnos sentir ese espíritu del Ande Ancashino, en estas horas de fulgor literario y en estos momentos de transición auroreal de tu Revista. Gracias

Julio Olivera Oré