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domingo, 19 de julio de 2009

Radical y anarquista

El historiador Hugo Pereyra Plasencia ha publicado el libro “Manuel González Prada y el Radicalismo Peruano”.

Fuente Expreso 19-07-2009

Don Manuel González Prada, tanto su vida de pretendido santón laico cuanto su abundante obra, han sido y seguirán siendo motivo de estudio y análisis. Al igual que la obra y trayectoria política de Mariátegui o la de Haya de la Torre. Sobre ellos, siempre habrá algo nuevo que acotar o bien que criticar. Son, per se, personajes sobre los que no todos han estado o van a estar de acuerdo. Y más aún si detrás de ellos, no obstante el tiempo de su ausencia, hay una fuerte carga ideológica. Y por qué no decirlo, pasional e interesada.

González Prada no escapa, de alguna manera, a lo anotado líneas arriba. Ahora bien, estoy leyendo el exhaustivo y orgánico trabajo, que hace poco ha puesto en circulación, el historiador y diplomático Hugo Pereyra Plasencia: Manuel González Prada y el Radicalismo Peruano. Una aproximación a partir de fuentes periodísticas de tiempos del Segundo Militarismo (1884-1895) –Academia Diplomática Peruana, 2009–. Una indagación que nos entusiasma por sus alcances y por el estupendo manejo de fuentes periodísticas que, más que enfrascarse en polémicas finitas, plantea y delimita campos muy precisos en el quehacer intelectual y vital del furibundo Catón del discurso del Politeama de 1888.

Moneda corriente
Pereyra Plasencia, lo primero que hace es revisar y esclarecer porqué el radicalismo fue la moneda corriente en los círculos contestatarios del momento y no el anarquismo. Y la imposibilidad de este último de asumir un papel protagónico en un país en reconstrucción y profundamente nacionalista. Los muertos de la guerra, Tacna y Arica cautivas y lo perdido, más allá, en el sur, le daban una unidad e inusitada coherencia al Estado nacional. Eran los primeros años de la reconstrucción nacional.

Al mismo tiempo que al indagar sobre los antecedentes del radicalismo rescata textos de Andrés A. Cáceres y del periodista iglesista Julio S. Hernández –asistente a las tertulias del Círculo Literario de González Prada– nos señala y aventura que, por sus expresiones e ideas son un claro antecedente de muchos de los textos de los radicales. Y muy en especial de ese clásico de don Manuel, que es la catilinaria que pronunció en el Politeama. Cáceres, uno de los “afectados” por el discurso, manifestó: no sé si meterlo preso o… abrazarlo.

Para Pereyra, el radicalismo de Prada y sus amigos y contertulios nació “como una alternativa política surgida gradual y hasta espontáneamente luego de la conmoción que produjo la derrota del Perú…”. Y el abismo que se produce en don Manuel, entre el joven y enamorado poeta de antes del 79 y el iracundo agitador político y vindicativo después del Tratado de Ancón, fue infranqueable. Camino en que sus más notorios acompañantes fueron don Abelardo Gamarra (El Tunante) y Carlos Germán Amézaga, que no mucho tiempo más tarde defeccionó, arrepentido de su anticlericalismo.

El radicalismo
Asimismo, Pereyra Plasencia plantea otra hipótesis que, supongo, no complacerá a algunos. Y es la de que, entre 1884 y 1895, la única gran corriente peruana “de tipo contestatario” fue el radicalismo. Y que –es más enfático en asegurarlo y probarlo con inusitado despliegue de fuentes hemerográficas– el anarquismo entre nosotros es algo tardío. Tanto en la trayectoria de don Manuel como en los predios proletarios peruanos.

Lo cierto es que Manuel González Prada y el Radicalismo Peruano, de Hugo Pereyra Plasencia, es una suerte de desafío, al mismo tiempo que acicate que nos obliga a algunas relecturas. En primer lugar, a ese clásico sobre Prada que es Luis Alberto Sánchez. A revisar a Mariátegui que, en el fondo, nunca entendió a Prada y detestó por sus orígenes aristocráticos. Y también a releer a ese magnifico trabajo de Hugo García Salvatecci que es el Pensamiento de González Prada, con el famoso prólogo de José Miguel Oviedo que consideraba que 1960 estaba marcado por el retorno y la vigencia del anarquismo.

Una adenda necesaria. La cronología que nos entrega Pereyra Plasencia sobre don Manuel, es una que no se ha hecho anteriormente. Basta confrontarla con una ultima preparada por David Sobrevilla en Manuel González Prada / Los jóvenes a la obra (Fondo Editorial del Congreso de la República, 2009), y otras anteriores. Además de textos de Prada –con pseudónimo–, de Abelardo Gamarra y Luis Ulloa. En fin, en estos momentos, en “un país de desconcertadas gentes” un libro para ser leído con entusiasmo y pasión.
ISMAEL PINTO

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