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domingo, 26 de julio de 2009

Aniversario 117 Del Club Huaraz

A los 117 años que los directivos en el Club Huaraz dará hito a un día mas de gloria para la ciudad, cuna de Atusparia, Luzuriaga y Ladislao Meza y otros forjadores de la cultura ancashina.
Por Julio Olivera Ore.

Efectivamente los amigos huarasinos lo fundaron un 27 de julio de 1892, No lo recuerdo, pero siendo adolescente frecuentaba mucho su local en busca de un buen te y una mesa de billar. Alli estaban los amigos de mi padre Dr. Olivera Cortez, se reunían en noches de rocambor con don Carlos Moran, Don Lorgio Vega, Juanito La Rosa Sánchez, los hermanos Vega, los Ramírez Luna, Victoriano Ramírez Sifuentes, Sr. Manrique, Dr. José Moreno, Guillermo Sifuentes Gonzales y el Capitán López Martines. Una exquisitez de elegancia y fatuo. Mucha solidaridad social. Ahora en este ágape les deseo sigan cumpliendo su labor y acojan a la nueva juventud que es la esperanza de progreso e inclusión.
Mucho creería haber conseguido si lograse siquiera dar a mis frases el calor de la emoción que me anima y poner en mis aciertos el sello de la sinceridad conque les entrego a su benevolente crítica.
Por otra parte aún sin olvidar un punto la índole de esta fiesta puramente social y literaria. Temerario, y en alto grado, considero formular apreciaciones absolutas en el arte; no obstante me atrevo a aseverar que hay un poeta y dramaturgo que ha hecho época en los siglos para generaciones, que ha sentido como artista y producido como genio, logrando la sanción suprema de la posteridad imparcial y desapasionada.
Circunscribámonos a la esfera de las ideas y la producción literarias. Siglos tardó la literatura cristiana en desarrollarse y florecer, siglos la reacción clásica, el Renacimiento en dar todos sus frutos. Parecía que una nueva sabia discurría por las venas de los viejos pueblos de Ancash y que un soplo de juventud refrescaba sus sienes. Al contemplar el ardor con que una generación entera de jóvenes genios se precipitaba por las nuevas sendas lanzando a la palestra, una tras otra, obras inmortales, y como ganaba el contagio hasta las literaturas más modestas y menos brillantes un escenario del mundo civilizado. Quien no hubiera querido asistir al advenimiento del arte definitivo de toda una época?. Pero miremos más adelante, no pasan treinta años y ya comienza a reaparecer el gusto por la forma; torna a rebuscarse la frase y a cincelarse la idea en su manifestación verbal; surge una poesía tan pulcra y castigada como la del Renacimiento, aunque más rica en conceptos y afectos; y por los parnasianos anuncia la primera derrota del romanticismo, en la misma Huaraz.
En Alemania, los humoristas, discípulos de Heine y, los cantores de la poesía filosófica y de la poesía patriótica; en Inglaterra los poetas sicólogos, con Browning a la cabeza; en Francia, los naturalistas, acabaron de hacer perder al público el gusto romántico y aún antes de que estas Escuelas o tendencias logren duradera popularidad y para mayor sorpresa y contraste se presenta el ingles Swuimburne seguidos de los pre-rafaelistas, tremolando un estandarte aún más radical y revolucionario que lo fue del romanticismo.
Qué resultados ha debido producir en la capacidad estética de los contemporáneos esta variedad en la manera de concebir y exteriorizar, esta diversidad en los argumentos mismos de los poetas?. Hemos oído todos los tonos que puede producir la lira humana, hemos descubierto recursos no sospechados en el lenguaje; el ritmo y la rima han producido maravillas, el verbo en realidad se ha hecho carne; las emociones más profundas como las más sutiles, los afectos más permanentes como los más pasajeros, todos los meandros del corazón, todos los matices del carácter individual han sido analizados y expresados con tono magistral; se han evocado todos los personajes de la historia, se han exhumado pueblos y civilizaciones; hemos pedido a los hombres de todas las épocas la clave de sus pensamientos y hemos imitado su lenguaje, el secreto de sus sentimientos y hemos reproducido su arte. Gracias a nuestra literatura no hemos considerado meramente, como desde un punto culminante, los sucesos, ni hemos asistido al drama de las pasiones como espectadores; hemos recorrido el campo de la historia viviendo cada época, hemos sido actores de su mil trágicas escenas y en nuestros pechos se han repercutido todos los Dolores de la humanidad. Hemos vivido más y mejor que los hombres de ninguna otra época.
Y díganme ahora de todos los singulares artistas que han realizado esta obra sin igual, verdaderamente única. Cual es el que ha recogido de la contemplación del mundo y del hombre más emociones, ha animada más ideas, ha poetizado mas aspectos de la realidad, ha dado más expresión luminosa sus creaciones, ha conmovido de un modo más vario, más profundo y más permanente a sus semejantes?. No es el que ha recorrido todas las cuerdas de la lira poética y, alternativamente tierno y sublime, lleno de gracia o lleno de majestad o indigno gemebundo y tonante ha puesto ante nuestros ojos por la asombrosa magia de su genio, hombres de todos los tiempos y de todos los países, nos han hecho comprender las ideas que ya murieron, nos han hecho descifrar los símbolos que ya se deslustraron, poseernos de las creencias que ya para siempre se eclipsaron, y al mismo tiempo ha encarnado mejor en nosotros todas las concepciones de nuestra época, los nuevos sentimientos que nos hacen hombres nuevos, agitando todos los problemas de la hora actual y elevándonos por el esfuerzo incomparable de su ponderosa fantasía, a las regiones del arte, donde todo concepto se depura y dignifica, donde toda opción se hace luz y vida y, cobra nueva fuerza y actúa más enérgicamente sobre mayor número de inteligencias y corazones?. Es pues un huarasino Ladislao F Meza. Es tan grande, tan vivaz y pura de toda mezcla vil su inspiración, tan excelsos sus sentimientos, tan noble su noción de hombre y de humanidad y el mejor dramaturgo americano, tan rica y profunda su intuición de la naturaleza, que ha logrado proyectar sobre sus coetáneos un raudal de divina poesía, nunca antes ni después superada. Esta época de vida intensa, de conciencia exquisita, a veces enfermiza, aclama a él a su poeta, al que le ha revelado mejor y en más bello lenguaje el secreto de su espíritu y de sus aspiraciones.
Aún late en nuestros corazones modernos la tradición castiza y vive la lengua de Ladislao Meza con su antiguo sabor, no solo en mi sino en la boca del pueblo, fuera de los centros urbanos, donde la destrozan bárbaramente para que sirva mejor a los altos fines de la sensibilidad y el progreso, conforme sentencia estas cosas los que miran al revés.
Por lo que llama “Sensibilidad”, yo entiendo como facultad de sentir, y más ampliamente todavía, como capacidad del sentimiento para las grandes y exquisitas emociones, para la compasión, la ternura, la caridad y la belleza, es para muchos como sinónimo de “Sensualidad” y, aquí si llevan razón los tales, pues el idioma de Castilla, forjado por hombres fuertes y varoniles, no sabe expresar con exótica finura pensamientos livianos; blanda y regalada para decir las cosas del corazón, elegante y sutil para declarar puros afectos, es torpe, áspera y cruda si desciende a satisfacer viles pasiones.
Rasgo esencial es del género hispano la virtud que tiene para juntar el realismo más crudo y humano con las efusiones más sublimes del idealismo espiritual.
Ambas corrientes, la influencia erudita y el empuje vulgar, vive y gloriosamente mezcladas, nutrieron la inspiración y modelaron el idioma, acentuándose como es lógico, el realismo en los géneros populares, en las obras de Lope, en la Celestina, en el Lazarillo, en el Agua de La Fuente de Matéo Alemán hasta venir hirvientes torrenciales, a descargar en el hondo piélago del “Cholo Meza”, inmenso depósito de los raudales clásicos, de las tradiciones heroicas, de las linfas Itálicas, de las vertientes novelescas, de los libros de caballerías, del Romancero, del Teatro, de las fuentecillas paremiológicas de todo, en cuanto nutrió la cultura y la lengua del siglo XVI. Todo lo granjeó Meza, de todo sacó partido, para superarlo todo, para cifrarlo, transfigurarlo y engrandecerlo, para cimentar así su rotunda creación y ofrecer a la posteridad el más puro modelo de arte literario.
Hay en la factura del “Cholo Meza”, según es notorio, dos aspectos inconfundibles: el que refleja la observación potente de la vida, los tipos y costumbres, el habla común y saladísima del vulgo y otro de erudita elegancia, con el dejo sutil de la docta antigüedad huarasina.
Forjada en tantos yunques, derretida en tantos hornos, vino a ser la lengua, lo mismo que la raza, libre, copiosa y multiforme, dentro de su robusta unidad. Y así como la raza al derramarse por el mundo llena de fe y de ambición, supo vencer y descubrir tierras y mares para lastrar sus bajeles de peregrinos tesoros, también la lengua, avasallando imperios, se engalanó con todo aquello que le flujo y trajo a Castilla con el oro y la plata y, muchas piedras preciosas de diverso origen. Asentó sus cimientos en las ruinas de las primeras hablas peninsulares, puso al pie sobre las fuertes raíces del “Cuskaro”, libró los rotos mármoles latinos, se atavió con la elegancia helénica, supo emular los apasionados acentos del Yemen, apacentó sus místicas ternuras en la sacra lengua de Israel llena de tropos y aspiraciones, de sonidos misteriosos y guturales, emitió las melodías del Italiano y las voces compuestas del alemán, pero sin perder nunca su ser propio, tomando las cosas nuevas o extrañas para hacerlas suyas con invencible señorío acomodándolas a su genio y virtud.
Tuvo a gala Ladislao Meza imprimir la libertad y la fuerza en todas sus formas gramaticales, sugerir, al modo moderno, mucho más de lo que expresan las palabras; sacar estas de su lógico acento para mejor resplandecer en el periodo; repetirlas con arte para declarar la vehemencia de los afectos; entretener la oración con inicios y paréntesis, como en plática familiar, prestándole animación y vida; esparcir a manos llenas sobre los surcos de la dicción las flores agrestes de la fantasía popular, con tanto donaire y originalismo gracejo que nunca se pueden traducir, ni aún por aproximación a otros idiomas.
Todo el patrimonio de la sintaxis huarasina riqueza de profundo valor artístico y humano, todo el acopio léxico de nuestra raza vencedora van perdiéndose, van sepultándose bajo la capa de un dialecto medio español, medio francés,, torpe, seco, duro, frío, con humos y lamparones de pedantería intelectual. Es decir, que en contra de lo que llaman servidumbre académica y en nombre de lo que fingen espíritu moderno, destruyen la soberanía de la lengua, cuya gramática oficial, lejos de ser un código de represión es un espléndido fuero de amplitud democrática, pues siempre con el hierro y la pluma, quisieron los antiguos castellanos vivir libres y señores.
Lejos de la mesura y proporción del francés, admite muchos tonos contrapuestos, revienta de salud y fuerza plástica, luce formas redondas y turgentes sin que le falten arrullos y melindres cuando lo pide la ocasión; tan pronto se enamora y llora como se alza con el látigo en el puño para defender su noble honestidad y, hasta se burla a veces de la lógica, haciéndole donosas morisquetas con retruécanos, burlerías e idiotismos.
Y cuando para humillar a pobres envidiosos abre las arcas de sus caudales y muestra el insolente lujo de sus vestidos y sus joyas y, su rico diccionario y, no hay lengua en el mundo que no desmaye, avergonzada y triste

Pero no es el derroche léxico, repito, la mayor virtud del Cholo Meza, sino la riqueza sintáctica, la novedad, el garbo, la plenitud y maestría de las oraciones, la variedad gallardisima de los giros, la osadía de las metáforas, el desenfado y robustez conque se mueven las plumas como dueños y señores de la materia y de la forma. Ya aplican la escuela en simulacro marcial, atajando muchas rezones con pocas y fuertes palabras; ya enferma la ardiente boca del fogoso corcel metiéndole despacio y con elegancia rodeos por la gran muchedumbre de las ideas; aquí se alzan al pie de las frondas y las fuentes, saltando la rienda del estilo oratorio lleno de imágenes y valientes figuras; allí recogen las florerillas del campo, los refranes y agudezas del vulgo y, subiendo el tono, encendidos en el fuego de la inspiración y de la fe, remontan a las alas del lenguaje humano, a las vertientes cumbres de lo divino.
Y por fin cuando pretendamos revelar emociones de la vida interior, Ladislao Meza con este idioma tan carnoso y turgente, se adelgazará en nuestras manos como tejido inconsútil, como tela viva y sensible de impalpables nervios, donde se sentirá la vibración del alma y dibujen los dedos de los ángeles maravillosas alegorías.
Por eso en esta efeméride honremos a un huarasino Ilustre amigos del Club Huaraz.
Y no ya lejos los años primeros de nuestra adolescencia compartida con Alberto Ramírez Valderrama, Ricardo Ramírez Cuentas, Américo Sifuentes, José Moreno Osorio.
Julio Olivera Ore

1 comentario:

abrete cesamo dijo...

Soy hija d ALBERTO RAMIREZ VALDERRAMA ...Y ME EMOCIONA SABER Q SUS AMIGOS NO LO HAN OLVIDADO...GRACIAS
ROXANA RAMIREZ ALBRECHT