"//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js">

BUSCADOR TEMÁTICO o AVISOS CLASIFICADOS.

Búsqueda personalizada

lunes, 22 de septiembre de 2008

SÍNTESIS DE NUESTRA HISTORIA REGIONAL

PRIMERA PARTE:
EL DESARROLLO AUTÓNOMO
(12000 a.C. – 1532 d.C.)

Por: Mg. José Antonio Salazar Mejía

En Guitarrero comienza nuestra historia
Remitámonos al año doce mil antes de nuestra era (12000 a. C.). Es la época en que data la presencia inicial del hombre ancashino. Su paso se registra en distintas cuevas de nuestra cordillera; en una de ellas, Guitarrero, frente a Mancos, en Yungay, el arqueólogo norteamericano Thomas Lynch, el 1 de junio de 1968 inició sus investigaciones y entre otros hallazgos importantes, encontró los restos óseos de una mujer de aquella época, un pedazo de maxilar y una clavícula. Esta mujer fue miembro de un grupo nómade, dedicado a la caza y a la recolección. 

Científicamente, se tratarían de los restos del peruano más antiguo, pues los datos que hablan de peruanos de 14, 18 o 20 mil años de antigüedad, no han sido confirmados por la ciencia. La gente que en aquel tiempo llegó a nuestra tierra sólo conocía el uso del fuego, la piedra y la palabra. En este suelo, descubrirían con el paso del tiempo, ciencia y tecnología. A partir de lo investigado por Lynch, podemos elaborar el siguiente cuadro:

TECNOLOGÍA Y CIENCIA ANDINA DESCUBIERTA EN ANCASH
AÑO TECNOLOGÍA CIENCIA
(8000 a.C.)
  • La Cestería (canastas, sogas y redes).
  • La Horticultura (ají y frijoles). 5000 a.C.
  • Domesticación de animales. (El cuy y el allko).
  • La medicina (Uso de plantas medicinales). 4000 a.C.
  • La textilería. (Uso de lana de alpaca).
  • Cultivo del maíz y el algodón.
  • La astronomía (Constelaciones brillantes y oscuras). 3000 a.C.
  • Las matemáticas (Geometría).
  • La arquitectura (Templos). 2500 a.C.
  • La metalurgia. (oro, plata y cobre). 2000 a. C.
  • La ingeniería (Andenes y canales). 1500 a. C.
  • La cerámica.
Los Gavilanes

Hacia el año 4 000 a.C. en las costas de Huarmey, se desarrolló el cultivo del maíz. Con el correr del tiempo, ese cultivo se hizo masivo. Las variedades halladas son el proto confite morocho, confite chavinense y proto kulli. Los pobladores de las aldeas huarmeyanas fueron innovadores, pues desarrollaron una efectiva técnica de conservación de los alimentos. Ellos cavaron grandes pozas en la arena y reforzaron sus paredes con piedras. Allí enterraron los excedentes del maíz; el que de este modo era preservado de los gorgojos.

Las Haldas

Cerca a Casma, en la playa, los antiguos habitantes del lugar construyeron hacia el año 3200 a.C. un templo en forma de pájaro con el pico inclinado hacia el mar, en actitud de beber de sus aguas. El templo de las Haldas está considerado el edificio antisísmico más antiguo del  mundo, pues al interior de sus paredes colocaron cestos repletos de piedras; cuando ocurrían los sismos, las piedras se acomodaban en los cestos, reduciendo de este modo el efecto de la vibración que podía derribar las paredes del edificio.

La Galgada

Por el 3000 a.C. surge como aplicación de la tecnología y la ciencia andina descubierta en nuestra región, el templo de La Galgada, pirámide trunca de 16 m. de alto, que tiene cinco pisos, y se halla en la provincia de Pallasca. De aquí dimana el culto al fuego, expresado en el templo circular con un fogón hundido, culto que se extiende hacia la selva, a Kotosh; al Callejón de Huaylas, Tumshukaiko (Carás) y Huaricoto (Marcará); y hacia la costa, Sechín (Casma). En el otro extremo de la costa, en los límites de Ancash, en la misma época surge Caral, considerada la ciudad más antigua de América.

Sechín, pueblo agricultor

En las costas de nuestra región, un pueblo agricultor construye un gran templo hacia el año 1700 a.C. En las paredes del templo se graban figuras humanas que tienen muchas interpretaciones: una matanza entre guerreros, un templo matemático semejante al de los Mayas, un seminario de sacerdotes andinos, o una facultad de medicina. Sea cual fuere la interpretación, Sechín sucumbe ante un terrible fenómeno El Niño que inundó la región.

Chavín, punto de partida de la peruanidad
Hacia el año 1000 a.C. el hombre andino, basándose en toda la experiencia adquirida en los milenios anteriores, forja la primera cultura pan peruana: Chavín, cuya capital se halla en la provincia de Huari. Su influencia fue muy grande y duró casi mil años. Los grandes aportes de Chavín fueron:
  1. - En pensamiento andino: la reciprocidad, la redistribución, el comunitarismo y el respeto a la naturaleza.
  2. - En religión: el culto al Dios Agricultor, Guari, representado en el mal llamado “Lanzón” y en la Estela de Chavín.
  3. - En convivencia: la institución del ayllu como célula fundamental de la sociedad.
  4. - En comunicaciones: el uso de una extensa red de caminos que unieron a todo el antiguo Perú; los que dos mil años después, aún eran utilizados por los Incas.
  5. - En agricultura: el uso de andenes, canales de riego; y el cultivo masivo de la papa y el maíz.
  6. - En tecnología: la domesticación de la llama y su masiva crianza. La difusión de la metalurgia y de la cerámica.
  7. - En comercio: la institución del trueque y el establecimiento de ferias agropecuarias.
  8. - En transporte: el uso de inmensos rebaños de llamas para el traslado de alimentos y mercancías.
  9. - En el arte: el discurso, forma simbólica de escritura en la piedra.  La gran influencia de Chavín llegó hasta los Incas y pervive hasta el presente. Chavín trascendió todo el período del desarrollo independiente de la cultura andina. Se han hallado evidencias de la influencia directa de Chavín en Piura y Ayacucho, y su influencia indirecta llegó hasta el Ecuador y la Argentina.
Los desarrollos regionales

En el valle del río Santa surgen hacia el año 200 a.C. los Waras o técnicamente hablando para los arqueólogos: “Huarás blanco sobre rojo”, quienes no solamente dominaron en el Callejón de Huaylas, sino también llegaron a gran parte de la zona transandina, invadiendo incluso el gran Templo de Chavín. Esta cultura tiene una existencia de 400 años, entre el 200 a.C. y el 200 d.C. Realmente, su ocaso obedece mas bien a su paso a otra etapa superior, donde todas sus manifestaciones logran una superación realmente notable y que fácilmente se confunde con otra cultura, que la historia conoce con el nombre de Cultura Recuay.

Los Recuay se extendieron por todo el departamento de Ancash, hasta Cajatambo en el sur y parte de La Libertad por el norte; abarcó toda la zona de las vertientes, destacando nítidamente en Aija y llegando en la costa al valle de Casma; por el oriente abarcó toda la zona de Conchucos, donde incluso logró su más amplio desarrollo, como se aprecia en el “Caserón de Pashash”; allí hubo una Curaca tan majestuosa como el célebre Señor de Sipán. Yayno, es la expresión guerrera de los Recuay.

Sus relaciones con los Mochikas fueron tanto comerciales como bélicas. A lo largo de 500 años, Recuay impidió que los Mochikas sean los conquistadores de los valles interandinos; pero no pudieron impedir que dominen en los valles costeños de Santa, Nepeña y Huarmey.

Recuay generalizó el comercio entre los pueblos de la costa y de la montaña, sirviendo de nexo entre ellos. Se traía pesca y algodón de la costa y se intercambiaba con lana y tubérculos. De la selva se conseguía la hoja sagrada de la coca, frutas y plantas medicinales.

El paso de los Wari
El ocaso de los Recuay marca la llegada a nuestro suelo de los guerreros y comerciantes Wari, llegados del sur. Ellos influyen en nuestra zona cerca a tres siglos, entre los años 700 y 900 d.C.; y como llegaron se fueron. Recuerdo de la presencia Wari son el mausoleo de Willkahuaín y la ciudadela de Honkopampa, en Carhuás. A partir de ellos, se cambió la costumbre funeraria, pues desde los tiempos pre Chavín hasta la época Recuay, en nuestra zona se acostumbraba enterrar a los muertos en tumbas ocultas bajo suelo. Los Wari portaban en sus emblemas la imagen de Wiracocha, que es la misma de nuestro antiguo dios Guari.

Los reinos locales

El fin de la influencia Wari marca ya el florecimiento de otras expresiones regionales. Surgen los Waras y los Huaylas en el valle del Hatun Mayu (Río Santa); los Pincu, Piscobambas y Konchucos en la zona transandina. Ellos crean las nuevas expresiones culturales como el culto al Llulla Waraq Koyllur o el Lucero del Amanecer, Dios de los Huaras y Huaylas, venerado en el santuario de Pumacayán en Huarás; y el culto a Qatequill, el Dios que era la representación del día, cuyo ídolo mitad oro y mitad piedra era venerado por Konchukos y Huamachukos.

En esos tiempos, 1200 años d.C. en la costa dominaban los Chimú, quienes construyeron la gran fortaleza de Paramonga, en los límites de su territorio. Los habitantes de la costa, comerciaban con los pueblos de la sierra, y éstos con los de la floresta.

La efímera presencia Inka
En el año 1460 d.C. llegan los Inkas a nuestras tierras. Waras, Huaylas, Piscobambas y Konchukos deponen sus enemistades para así, juntos, enfrentar al invasor. Se inicia una cruenta lucha que dura doce largos meses. Al fin, vence el poderío de los Qosqueños. Tupak Inca Yupanqui, hijo del sabio Pachaqutek anexó estos reinos a
l Tahuantinsuyo.

Los Inkas impusieron a su Dios, el Inti, pero supieron respetar las antiguas creencias de los habitantes del lugar. Como escarmiento por la resistencia de los Pumabamba o Pumawamba (meseta donde abundan los pumas) fueron trasladados al Hanan Cusco, al barrio de Kharminka y en su reemplazo, llegaron a la zona los fieros Cañaris del norte, de la zona de Quito.

Para impedir que se puedan rebelar los pueblos conquistados, el nieto de Pachaqutek, el Inka Huayna Qapaq, toma por esposas a las Quraqas de los Huaylas y de los Waras: Kuntur Wachu y Anas Colque, con lo que se selló la alianza entre vencedores y vencidos. De estos matrimonios nacerían Quispe Sisa (Inés Huaylas) y Paullo Inca, respectivamente. Huayna Qapaq moriría poco después por un mal desconocido, era la viruela, traída por sus emisarios quienes habían tomado contacto con los españoles en un viaje a Panamá y allí se infectaron. Durante la guerra civil entre los hijos de Huayna Qapaq, los quraqas de nuestros reinos toman partido por el bando de Atahuallpa, aportando su esfuerzo al triunfo de éste.

SEGUNDA PARTE:
EL PERIODO DE LA DOMINACIÓN (1533 d.C. - ...)

La presencia española
En enero de 1533 los españoles llegan a nuestro suelo. Es un grupo al mando de Hernando Pizarro que va a Pachakamak en busca del oro del rescate. Como el Inka aliado de los Huaylas está prisionero en poder de los europeos, la orden es recibirlos y dejarlos pasar. Los Conchucos, ajenos a este pacto hostilizaron desde un inicio a los extranjeros.

En 1534 Pizarro nombra Encomendero a Sebastián de Torres a quien cede Lurin Huaylas y Conchucos. Este encomendero es asesinado cuatro años después por los Conchucos y Pizarro envía para tomar venganza a Francisco de Chávez quien hace matar a 600 niños menores de tres años. Ante esta brutalidad, nuestros antepasados redoblan las hostilidades contra los invasores europeos.

Reducciones y Obrajes 

Con la llegada de los misioneros católicos, se inicia la extirpación de idolatrías, nombre con el que se conoce la total destrucción de las huacas y sus santuarios.

En 1572 se les obliga a abandonar los ayllus, para ir a vivir a las llamadas Reducciones de Indios. 

Esto sucede en el gobierno del Virrey Toledo, el mismo que hizo matar al Inka Tupak Amaru I. Uno a uno se crean los primeros pueblos mestizos, con la imposición política y religiosa. En la zona de Conchucos, nace Pomabamba bajo la advocación de San Francisco, Corongo con San Pedro, Huari con Santo Domingo; en el Callejón de Huaylas, Yungay tiene a Santo Domingo como patrón, Carás y Recuay a San Ildefonso, Carhuás a San Pedro y Huarás a San Sebastián. Cada pueblo tiene Obrajes, verdaderos centros de explotación indígena, donde se les obligaba a confeccionar burdos tejidos a telar.

La resistencia ideológica

El pueblo andino suplantó el culto a sus antiguos dioses, en la veneración a los santos cristianos. Se aprovechó la organización de las Cofradías, pues en ellas habían semejanzas con la estructura de sus ayllus.

La resistencia ideológica se hace más latente y surgen conatos de rebelión. Los Siglos XVII y XVIII son un continuo batallar lleno de alzamientos, conatos y revueltas en todos los pueblos de la región. Mérito especial tienen los pueblos de Conchucos, quienes nunca se dejaron sojuzgar. Un gran represor, el capitán español Fernando de Norabuena, escribió al Virrey: “en todo el reino no hay gente más guapa e insolente que la de Conchucos”.

Campanas de la libertad

A fines del siglo XVIII las sequías y las heladas generan una serie de revueltas. En 1780 año del alzamiento de Tupak Amaru II, en estas tierras se produjeron diez levantamientos, lo que motivó que en la casa del representante de la Corona Española, en Carhuás, se clavara esta proclama: “Si en el sur hubieron dos Tupak Amaru, aquí se levantarán doscientos”.

A inicios del Siglo XIX, los ecos de las ideas liberales puestas en boga en Europa llegan a nuestra región. Son los sacerdotes quienes desde 1804 se empeñan en difundir las ideas de emancipación y de libertad entre los pueblos de los por entonces llamados Corregimientos de Huaylas y Conchucos. El 25 de marzo de 1815, el cura Mariano Robles se levanta en Huarás, siendo reprimido bárbaramente. Un año antes de la llegada de San Martín al Perú, sus espías recorrieron la región estableciendo sólidos lazos con los patriotas huaylinos y conchucanos.

1820 es el año en el que se proclama la independencia en Huarás y en los pueblos de Huaylas. Waqra, hoy llamada Pueblo Libre, cerca a Carás fue el primer pueblo en declararse a favor de la libertad en noviembre de ese año. 
A órdenes del Libertador San Martín, llega a Huarás el Coronel Enrique Campino quien el 29 de noviembre derrota a la guarnición española a mando de Coronel Clemente Lantaño. Enseguida, el prócer huarasino Juan de Mata Arnao proclama la Independencia en la capital del Partido de Huaylas y es nombrado Gobernador del Partido. 

Él es la primera autoridad independiente. Desde ese día, nuestro pueblo nunca más fue dominada por los realistas. En las semanas siguientes, los pueblos de Huari, Pomabamba y Corongo también proclamaron su independencia del yugo español. 

Los pueblos de la costa lo hicieron con anterioridad, en noviembre. En febrero de 1821 llega como Presidente del Departamento de Huaylas, el General Toribio de Luzuriaga y Mejía, realizando una magnífica labor. A fines de año recibió el honor de ser nombrado Primer Gran Mariscal del Perú e incorporado a la Orden del Sol.

Bolívar en nuestra tierra

En 1823 el Ejército Libertador asienta su plaza entre Huarás, Yungay y Carás. Sucre y Bolívar planeaban dar la batalla final a los ibéricos, en el norte de nuestro departamento, en la zona de Conchucos, para lo cual ordenan dejar el sur y centro de Huaylas, como tierra arrasada. Por el apoyo prestado a la causa de la libertad, Huarás, a nombre de todos los pueblos del departamento, recibe del Congreso Constituyente el título de “La muy generosa Ciudad” el 18 de enero de ese año.

A mediados de 1824 el Ejército Libertador deja nuestro suelo, convencidos sus jefes de que jamás los españoles vendrían a dar batalla en estas tierras. Cientos de habitantes de los pueblos del Callejón de Huaylas y de Conchucos lucharon en las jornadas gloriosas de Junín y Ayacucho. Es más, el ejército libertador estaba conformado mayoritariamente por soldados Venezolanos y Colombianos; los pocos peruanos que se enrolaron en él, fueron en su mayoría, nuestros abuelos.

La gran frustración

Si San Martín pretendió imponer una Monarquía Constitucional, Bolívar impuso la República Oligárquica, respetando a los españoles y a sus descendientes sus derechos y privilegios. Ellos se convirtieron en hacendados en la sierra y continuaron con su política de explotación a los verdaderos dueños del Perú, los “indios”. 

Para el hombre de pueblo y para el campesino, la Independencia no significó nada; no le trajo ningún cambio. Por el contrario, surgieron nuevos abusos, pues si en la Colonia  se respetó el derecho de las comunidades campesinas a conservar sus tierras, la República permitió que los hacendados les arrebaten estas propiedades. En nuestro suelo, las comunidades de Pira, Pampas Grande, Pacllón, Ecash, entre otras, realizaron grandes sacrificios para conservar sus tierras ante la voracidad de los hacendados.

Inicios de la República

En 1828 se crea el Colegio “La Libertad” en Huarás, que fue cuna de múltiples generaciones de intelectuales. De todas las provincias llegaban a Huarás lo mejor de su juventud, a estudiar en este Alma Mater del saber huaylino.

La Confederación Perú Boliviana fue un esfuerzo por unir al Perú con el antiguo Alto Perú, Bolivia. Chile vio que esa unión le era peligrosa y apoyó a militares descontentos como Gamarra y Castilla, para romper la unidad. Pronto se desató la guerra que tuvo su epílogo en la Batalla de Yungay, junto al río Ancash, el 20 de enero de 1839, con el desmembramiento de la Confederación. El vencedor, General Agustín Gamarra, se le ocurrió cambiar el nombre de Huaylas por el de Ancash, a nuestro departamento, para perpetuar la memoria de su efímero triunfo.

En manos de la oligarquía

En los siguientes treinta años, nuestro país fue tomado a saco por las pocas familias ricas que se hicieron del poder. Ellas sentaron las bases para que el sistema de injusticia se enseñoree en el Perú. Negociaron con la deuda externa, inventaron una falsa deuda interna para enriquecerse aún más y dilapidaron los recursos naturales, entregándolos a precio de ganga al capital inglés. En la sierra, los hacendados hacían y deshacían a su antojo, sin ley ni autoridad que los juzgue o controle.

La guerra del salitre

Conocida la declaratoria de la Guerra por parte de Chile, en Huarás se reunió la población entera el 12 de abril de 1879 y acordó apoyar la defensa de la Patria con todos sus recursos: hombres, acémilas, víveres y dinero. Lo mismo hicieron los pueblos del Callejón y de Conchucos.

La guerra con Chile convocó a unos 5 mil ancashinos a las filas del ejército. A la defensa de Lima acudieron en masa, entre ellos un niño, Viviano Paredes, quien se convirtió en Héroe Nacional, al ofrendar la vida por salvar el pabellón en la batalla de San Juan, el 13 de enero de 1881.

Nuestro departamento se empobreció terriblemente en los cuatro años de guerra. El General Cáceres contó con gran apoyo para su Campaña de la Breña. En Huarás se organizó el Ejército del Norte teniendo entre sus jefes al Coronel Leoncio Prado. En Huamachuco, el 10 de julio de 1883, decenas de ancashinos perdieron la vida heroicamente en defensa de la patria, como el joven teniente huaylino Germán Alva Jurado, abanderado del Batallón “Pucará”.

La revolución campesina

En 1885 todo Ancash se vio conmocionado con la Revolución Campesina que dirigió el Alcalde de Marián Pedro Pablo Atusparia y que durante ocho meses puso en manos de los campesinos seis provincias del Callejón de Huaylas. La revolución se inicia el 3 de marzo en Huarás y luego se extiende captando la adhesión de líderes de la talla de “Uchcu Pedro” en Carhuás y José Orobio en Yungay.

Heroicas jornadas de lucha se desarrollaron en esta revolución, así tenemos la reconquista de Yungay por el ejército los días 28 y 29 de abril, la toma de Huarás el 3 de mayo y la batalla de Huarupampa el 11 de ese mes.

Para debelar esta revolución, el ejército tuvo que quitar la vida de cerca a 10 mil hombres del campo. Ese mismo ejército que dos años atrás no pudo con los chilenos, se ensañó con sus paisanos.

Las claras repercusiones de esta gesta precursora, aún se dejan notar hoy en día. Esta revolución campesina, antecedió en 25 años a la Revolución Mexicana; y 32 antes de la revolución soviética, en Huarás se instituyó el doble mando: el político (Atusparia) y el militar (“Uchcu Pedro”).

Quienes se oponen a calificar como revolución a esta gesta olvidan que toda revolución supone cambios radicales y en Ancash sí se dieron cambios radicales, principalmente en la mentalidad de los campesinos que a partir de Atusparia nunca más permitieron ser humillados por los poderosos.

Albores del siglo XX

En 1899 se alza la firme voz del parlamentario José Santos Morán demandando la creación de la Universidad “San Jerónimo” con sede en Huarás. Este anhelo popular sufrió un largo calvario para ver su realización, pues la universidad recién fue creada en 1997.

Al inicio del nuevo siglo, un personaje singular marca su paso por nuestra historia. Es Luis Pardo, el bandolero romántico, figura señera que encarna el afán de justicia de los desposeídos.

La década del 20 es considerada la más fructífera por el gran desarrollo de las artes, el comercio y la artesanía. La crisis de la economía mundial se expresa en la revolución aprista del 32, que tuvo su origen en Pomabamba con el Coronel Raúl López Mindreau, y marcó el inicio de la lucha social en Ancash. El epílogo de esta revuelta fue el fusilamiento de López y otros líderes: el Dr. Carlos Philipps, el Tnte. Inocencio Soto, el cabo Alberto Torres y el español Juan Alonso.

Entre el progreso y las catástrofes

El 13 de diciembre de 1941 un terrible aluvión originado en la quebrada de Qojup se abate sobre Huarás quitando la vida a 5 mil personas y borrando del mapa a la zona más próspera de la ciudad. En 1942 se aperturan las carreteras que unen Pativilca con Huarás y Huarás con Huari, vía el túnel de Cawish.

El efecto contraproducente de estos hechos, marca el fin de la industrialización de la región, pues el ingreso directo de los productos elaborados en Lima, dispara los precios de las manufacturas. Las décadas del 50 y 60 se manifiestan por el inicio del éxodo a las ciudades costeñas.

Chimbote, vive en esos años el auge económico del “boom” de la pesca. Llegó a ser el primer puerto pesquero del mundo. Contribuyó con la bonanza, la industria siderúrgica que necesitaba de mano de obra, por lo que esa ciudad se pobló de modo desmesurado.

Cuando el departamento emprendía su despegue económico, a las 3 y 25 de la tarde del 31 de mayo de 1970, todo Ancash fue destruido por el más grande terremoto de la historia del Perú. El epicentro se ubicó en el mar, frente a las costas de Chimbote. 


En la zona fallecieron cerca a 70 mil personas, entre ellas 25 mil habitantes de Yungay que perecieron al ser sepultada su ciudad por un aluvión provocado por el desprendimiento de la cornisa del pico norte del nevado Huascarán. 

Esta hecatombe significó la ruptura económica, social y cultural de nuestro pueblo. Sus serias consecuencias aún no han sido estudiadas a cabalidad y sus repercusiones todavía nos alcanzan. El gobierno creó la CRYRZA, la Comisión de Reconstrucción y Rehabilitación de la Zona Afectada, y a nivel nacional, creó Defensa Civil (hoy INDECI), para prevenir futuras catástrofes.

Ancash en el Siglo XXI

La dictadura militar de Juan Velasco no planificó la reconstrucción de la zona afectada en base a la industrialización de nuestra región.

 Aquí pudieron crearse poderosas industrias del cemento, de productos lácteos, de tintes, de curtiembre, pero nada de eso se planificó. No hubo la decisión política de hacer de Ancash un gran polo de desarrollo. 

En lo económico, a falta de industrias, la empleocracia siguió siendo el sustento del raquítico circuito comercial en el Departamento de Ancash.

Iniciado ya el nuevo milenio, el turismo es la gran esperanza de nuestro desarrollo, pues la minería, es una gran decepción. 

Sólo con el esfuerzo y la unidad de sus pueblos, Ancash encontrará el rumbo del desarrollo para alcanzar la grandeza que el destino le depara.

Aprendamos de nuestro pasado para entender el presente y planificar el futuro de nuestros pueblos.

Fuente: INC-Ancash

No hay comentarios: